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El Telégrafo
Eric Nepomuceno

El peligro de confiar en la CIA

14 de mayo de 2018 - 00:00

El veterano, sagaz y brillante Leonel Brizola, figura emblemática de la izquierda brasileña, solía decir que uno –uno– de los problemas de los golpistas latinoamericanos era su confianza en Washington y, muy especialmente, en la CIA. ‘No saben, o parecen no saber’, decía Brizola, “que luego se pasan los años y ellos abren sus archivos. Y entonces todo lo podrido que armaron salta a la luz del día”.

Es exactamente lo que pasa en Brasil en estos días de tumulto e incertidumbre. Un investigador de la muy prestigiada y prestigiosa Fundación Getulio Vargas, Matias Spektor, examinó archivos de la CIA que, en realidad, habían sido desclasificados en 2015.

Y entre otras preciosidades descubrió un telegrama enviado en 1974 por el entonces director-general de la CIA, William Colby, al todopoderoso secretario de Estado, Henry Kissinger.

En el informe, Colby dice que el entonces general dictador, Ernesto Geisel, no solo sabía de las ejecuciones y asesinatos ocurridos en los sótanos de la dictadura, sino que los autorizó. Y más: puso la decisión de aprobar los asesinatos en manos de otro general, João Baptista Figueiredo, que lo sucedería. Geisel, además, fue claro: solo se podría autorizar la muerte de “subversivos efectivamente peligrosos”. ¿A quién le tocaría la responsabilidad de determinar quién era y quién no? Al entonces jefe de inteligencia, Figueiredo.

Se derrumba, así, la farsa de que Geisel era un “legalista”, y que “eventuales abusos y desviaciones” eran debidos a los cuadros medios o inferiores de las fuerzas armadas.

Los grandes y hegemónicos medios de comunicación brasileños, todos cómplices y beneficiarios de la dictadura, trabajaron en conjunto para construir la imagen de Geisel como un general austero, determinado a terminar con los tiempos de horror y abrir camino para una transición pacífica a la democracia. Figueiredo, el sucesor, sería un tipo campechano, dado a explosiones de humor, pero en el fondo un buen tipo, que cumplía con responsabilidad la misión recibida por Geisel, es decir, la transición.

Nada. Fueron dos canallas perversos, a ejemplo de sus antecesores. Luego de la determinación de Geisel, al menos 89 brasileños fueron muertos o desaparecidos. (O)   

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