Para los cronistas políticos, el 2018 inició con el anuncio de otro retorno de Rafael Correa. En esta ocasión el expresidente vendría a participar en la campaña para la consulta del 4 de febrero. De llegar, impulsará el No a las preguntas que buscan modificar o alterar los espacios que aún le permiten respirar con cierta tranquilidad. Ese anuncio entrega fragor a una consulta que desde el Gobierno se la veía cómodamente ganable, y desde la ciudadanía, vista como una campaña sin mayores sorpresas a esperar.
A renglón seguido, desde Carondelet, vino la “filtración” de la que sería la terna desde donde se escogerá a quien sustituya a Jorge Glas. Los nombres anunciados para elegir reemplazo al sentenciado exvicepresidente trajeron más inquietudes que certezas sobre el gobierno de Lenín Moreno.
¿Qué busca el Primer Mandatario al dejar que María Alejandra Vicuña, María Fernanda Espinosa y Rosana Alvarado sobrevuelen el firmamento político como globos de ensayo sin confirmarlas ni desmentirlas? -Al momento de escribir esta columna los nombres de ellas se mantienen- ¿Empujó en la selección de Vicuña, Espinosa y Alvarado el anuncio de que Correa, como se dijo, vendría a “quemar suela” por el No?
De concluir la terna en mención a disposición del Legislativo, el Presidente habrá respondido que consideró más consistente el rechazo a Correa en diferentes sectores que el desaliento que produjo, en los mismos sectores, las vicepresidenciales propuestas para reemplazar a Glas. El Mandatario se ratificará como un político cauto al proponer nombres sin mayores expectativas, a otros -por mejores sean- que vengan y agiten su campaña conllevando mayores riesgos.
La terna también pone de manifiesto, sobre todo al interior de PAIS, en uno y otro bando, que quienes ganaron las elecciones fueron los AP y serán estos, con sus imaginarios y discursos, los que junto a Lenín Moreno gobiernan y gobernarán. Exceptuando a los que guardan prisión y a quienes temen o están seguros que van camino a ella. (O)
