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El Telégrafo
Fernando Krakowiak

El déjà vu de la herencia

26 de mayo de 2018 - 00:00

El presidente Mauricio Macri reiteró ayer que uno de los errores de su gobierno fue no haber dejado lo suficientemente clara la situación que habían heredado en diciembre de 2015. “La autocrítica que me hago es que siempre he sido muy positivo. Tal vez puse metas ambiciosas para todos y no dijimos el diagnóstico duro”, aseguró en la reunión de gabinete ampliado que se realizó en el Centro Cultural Néstor Kirchner. La declaración sorprende porque si hay algo con lo que el Gobierno insistió en estos dos años y medio fue con “la herencia recibida”, a la que le adjudicó todos los males que sufre el país.

El propio Macri dedicó gran parte de su primer discurso de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso en marzo de 2016 a hablar de los supuestos problemas que le dejó el kirchnerismo. “Quiero ser claro sobre el punto de partida, ya que venimos de años en los que el Estado ha mentido sistemáticamente, confundiendo a todos y borrando la línea entre la realidad y la fantasía.

Así, la credibilidad y la confianza fueron destruidas. Encontramos un Estado desordenado y mal gestionado, con instrumentos de navegación rotos, se ocultó información, faltan documentos, no hay estadísticas, cuesta encontrar un papel”, sostuvo entonces. Incluso en junio de ese mismo año la Casa Rosada publicó en su web un informe titulado “El estado del Estado” que compila una serie de supuestas irregularidades halladas área por área.

En todo momento se apeló a una versión funcional del pasado para intentar explicar el presente y condicionar el futuro. También se buscó aprovechar la crisis de Venezuela para mostrar en qué se hubiera convertido Argentina si Cambiemos no hubiese ganado las elecciones, lo que constituye un ejercicio contrafáctico imposible de ser corroborado. “Estamos mejor que Venezuela”, podría haber sido el título de una presentación difícil de explicar.

Más allá del relato oficial, el problema es que en los últimos dos años este gobierno tomó deuda por más de $ 200 mil millones para financiar fundamentalmente la fuga de capitales, que desfinanció el Estado con la quita de retenciones y la reducción de otros impuestos progresivos, que frenó la construcción de obras estratégicas como Arsat III, Atucha III y la central termoeléctrica de Río Turbio y que ahora vuelve al Fondo Monetario Internacional para seguir hipotecando al país con los préstamos de un organismo controlado por EE.UU. que suele tratar a sus deudores como si fueran colonias. (O)

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