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El Telégrafo
Xavier Palacios Abad

El debido proceso no tiene nombre ni apellido

12 de julio de 2021 - 00:00

En los últimos años la sociedad ecuatoriana ha constituido un nuevo Poder Judicial, que al parecer está “exento” de corrupción y, además, es muy “célere”. ¿Parece mentira? ¿Acaso es un sueño?

Seguramente, querido lector, usted cree que es impensable un Poder Judicial sin corrupción y que además funcione de manera célere. Déjeme decirle que aquello es posible y la sociedad ecuatoriana, al parecer, lo ha logrado. Esta nueva Función Judicial es la justicia telemática, pero no aquella que tiene audiencias virtuales, sino aquella que valora prueba, critica a los abogados de las partes, refuta sus argumentos, y sentencia vía Twitter.

¿Cuál es el tiempo promedio de resolución de las causas? Menos de 24 horas. ¿Nivel de aceptación de los juzgadores? Más del 70%. ¿Acaso no es la justicia soñada por todos?

Este mecanismo alternativo de resolución de controversias, lamentablemente, no es ni puede ser el idóneo. La libertad de expresión es uno de los valores primordiales de una sociedad. Sin embargo, no podemos permitir que a título del ejercicio de este derecho nos convirtamos en un sociedad sedienta de sangre.

Es fácil tachar de corrupto o culpable a una persona cuya orientación política e ideológica no nos agrada. Es fácil sentenciar vía Twitter cuando quien golpea nuestra puerta son nuestros seres queridos y no la Fiscalía. Es fácil dar clases de derecho o moralidad detrás de una pantalla, cuando nunca ha litigado y no sabe de los bemoles de la justicia ecuatoriana.

¿Qué pasa cuando la justicia no da la razón a los jueces de Twitter? Se arma un nuevo “proceso” en contra de los funcionarios que actuaron según su conocimiento y experiencia. Eso sí, seguro habrá unos cuantos que actúan por intereses ciertamente obscuros, pero que, en todo caso, se deberá demostrar aquello.

La nueva justicia ecuatoriana -no de ahora, sino desde hace años atrás- pretende únicamente garantizar el debido proceso a ciertas personas que son del agrado “de la comunidad de Twitter”. Lamentablemente, aquello no funciona así.

Si usted piensa que “N” funcionario es corrupto porque no dice o hace lo que usted quiere, déjeme decirle que está equivocado. Si usted cree que a “N” funcionario no se le debe garantizar el debido proceso porque no es de su línea, usted no debe vivir en un Estado de Derecho.

Más allá de que los jueces y fiscales deberían ser autistas de las redes sociales y actuar conforme el expediente, usted, sabio maestro del derecho telemático garantice el debido proceso a todos, porque es un derecho humano que no tiene nombre ni apellido.

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