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El Telégrafo
Juan Montaño Escobar

El camarada Wilson

07 de septiembre de 2016 - 00:00

Sirva esta jam-session como tributo al doctor Wilson Burbano. Él fue de la vieja escuela revolucionaria, cuando la palabra ‘camarada’ tenía (¿tiene aún?) la nobleza del internacionalismo proletario y jamás tuvo fronteras su valor fraternal. Fue de los comunistas necios en su decisión de lograr la derrota del capitalismo sin negociar principios y, sobre todo, por acumulación consciente y combativa de conocimientos.

En escala brechtiana tiene magnitud de ‘imprescindible’, sin dudas; en los años noventa se quedó con las pocas amistades que no tiraron piedra al propio techo de cristal o pusieron sus libros de comunismo en la acera para que los acarreara el camión de la basura. Sí, a esos comunistas los llamaron ‘dinosaurios’, pero cuando los tránsfugas despertaron de su sueño neoliberal esos ‘fósiles’ estaban más vivos que nunca y listos para mandar al ALCA al carajo (Hugo Chávez, dixit).

Hay un día para conocer a la gente que se debe conocer, porque está en los deseos más callados o es un destino inexorable, conocí a Wilson Burbano en la época de lector a tiempo completo: la primera juventud. Además, su biblioteca era de tal diversidad como para matar cualquier virus de dogmatismo: textos de marxismo, novelas, historia, literatura afroamericana y más. Esa fue su vida, confrontar críticamente a contrarios e invitaba a quienes lo frecuentábamos a no nutrirnos con caldos de piedra. Mientras chinos y cabezones se desmadraban para demostrar a nadie quién tenía más pureza revolucionaria, en su mesa de trabajo se hallaban En Marcha (PC-ML) y El Pueblo (PC, línea Moscú), pero también periódicos del socialismo revolucionario y panfletos miristas (del MIR). Este jazzman confirmó aquello que aprendió en casa: la gente buena tiene muchas banderas, el sectarismo, sin importar el pelaje, cree que la suya es la única.

Fue acertado el ojo de sus camaradas de partido al enviarlo a Esmeraldas, una tierra que no arriaba la insurgencia cimarrona y como cosa natural encontró en la izquierda más combativa su aliado. Wilson Burbano eligió las causas laborales como batallas jurídicas, ideológicas y de conciencia hasta el último minuto de su vida. ¿Acaso no se cansó nunca? ¿O los comunistas solo se fatigan el día que la muerte los alcanza? Fue la mente jurídica y política en el sindicalismo esmeraldeño durante la economía bananera, algunas veces debió ‘andar por los techos’ en el inicio de la economía petrolera, asumió peleas laborales que nadie quería y quedan agradecimientos anónimos de mujeres explotadas que acudieron con el último amén en los labios. Se escribe como testigo y no de oídas.

Sus apoyos generosos a cuanta causa revolucionaria de Esmeraldas, Ecuador y de América se fueron con él y aquí tampoco los mencionaremos, aquello habla de la inmensidad de su compromiso de comunista. Estas líneas no las hubiera aceptado en sus andares cotidianos, porque no era afín a los agradecimientos; se le veía incómodo. En todo caso, axê, Wilson Burbano. (O)

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