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El Telégrafo

El burro hablando de orejas

13 de junio de 2012 - 00:00

Hace poco, Robert Zoellick, presidente saliente del Banco Mundial, con motivo del 30 aniversario del Centro  Diálogo Interamericano, se refería al presidente venezolano Hugo Chávez afirmando, con macabro regocijo, que “tiene los días contados” y que hay que aprovechar  la declinante influencia de Caracas para “redefinir las relaciones norte-sur y asentar la democracia en todo el hemisferio”

También decía que los  “subsidios” de Venezuela hacia Cuba y Nicaragua serán cortados, que esos países entrarían en problemas y exhortaba a la derecha que se prepare para retomar posiciones. Toda una conspiración y  labor de zapa contra países  con gobiernos democráticos que impulsan cambios, justo  para salir de las viejas políticas neoliberales de “ajustes” que provienen de ese banco y otros, que  tanto daño han causado a los pueblos de esta región.

Cabe recordar que  por este tipo de afirmaciones cínicas hay el dicho popular “El burro hablando de orejas”, pues justo este burócrata que tantos años manejó  ese banco al servicio de EE.UU. y del capital financiero especulativo fue el que,  junto a su gemelo,  el Fondo Monetario Internacional,  han buscado, con sus políticas,  salvar al capitalismo depredador que está acabando con  pueblos enteros, los que, de seguir así, podrían  estar con los días contados.

Estos tentáculos del poder mundial han sido instrumentos del pillaje internacional, han sometido a nuestros pueblos a sus recetas, deteriorando más su vida, destrozando la actividad productiva, fomentando la especulación, hipotecando nuestros países con altísimos endeudamientos externos, dejando una secuela de desempleo, hambre, fuertes corrientes migratorias, atracos y salvatajes bancarios, en suma: crisis y más crisis.

Desde allí,  inestabilidad política, dictaduras y convulsión social. Lo que pasa en el mundo capitalista es eso. Un sistema putrefacto, con  “burbujas” y  crisis que afectan más a los trabajadores, a quienes  se les restringe la educación, salud, seguridad social, salarios y empleo, se les arrebata sus casas, se los reprime, se los condena. Es lo que sucedió en América Latina y recientemente en Grecia y España, que buscan, endeudando más al país en centenares de miles de millones de dólares salvar a la gran banca expoliadora y a poderosos grupos empresariales. Todo lo paga el pueblo.

Frente a eso, en todo el mundo, las masas populares  protestan, se organizan, luchan. En el corazón del capitalismo de rapiña  se sublevan los “Indignados”, los “Ocupa Wall Street” y otros que rechazan las agendas de muerte y opresión de los neoliberales del BM y del FMI y sus secuaces como Zoellick.

Rabia e indignación provocan estos defensores de a perro de la democracia, que siempre la  han vulnerado, sin importarles un pepino el bienestar del pueblo, sus intereses, su derecho a una vida digna; y a los países  el supremo  objetivo de desarrollo y progreso, en un marco de solidaridad y respeto a su soberanía.

¡Al diablo con estos burócratas internacionales y sus rebuznadas!

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