Publicidad

Ecuador, 28 de Marzo de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

El arte de la humildad

27 de septiembre de 2012 - 00:00

La humildad es una virtud que consiste en conocer las propias limitaciones y actuar de acuerdo a tal conocimiento. Pertenece a personas modestas, característica que las lleva a realizar una acción sin proclamar sus resultados. La humildad es la virtud central de la vida, ya que brinda una perspectiva apropiada de la moral, base y fundamento de todas las otras virtudes. Recordemos que nuestro señor Jesucristo predicaba: “El que se enaltece será humillado, y el humilde será enaltecido”.

A propósito de esto, el domingo anterior, el papa Benedicto XVI instó a la humanidad a dejar el orgullo a un lado y aprender a ser humildes, desprendiéndose de toda ansia de aparentar ser grandes o llegar a ser los primeros. Afirmó que “es necesario un cambio en el modo de pensar y de vivir para poder seguir a Dios, que se diferencia del ser humano, entre otras cosas, por el hecho de que no tiene orgullo”. Agregó: “Un punto clave en el que Dios y los hombres se diferencian es el orgullo: en Dios no hay orgullo, porque es todo plenitud y está totalmente dispuesto a amar y dar vida; sin embargo en nosotros, los seres humanos, el orgullo está íntimamente arraigado y requiere una constante vigilancia y purificación”. Finalmente, el pontífice aseveró que “el hombre, que es pequeño, busca aparentar ser grande y ser el primero, mientras que Dios no teme agacharse y quedarse al último”; por lo que pidió a la Virgen María que muestre a la humanidad el camino de la fe en Jesús, “a través del amor y la humildad”.

Sin duda alguna, la parte más simple del ser humano es la humildad. Cuando se trata de ser tú, basta con hacer el bien sin mirar a quién. La humildad no tiene que ver con la confianza, pues solo las experiencias nos dicen en quién debemos creer. Los años nos van proveyendo herramientas esenciales en las situaciones críticas: el beneficio de la duda, la observación callada y saber escuchar, entre otras. Saber que no se sabe, eso es humildad. Quien presume ser sabio no es más que un necio.

En la falta de humildad encontramos apego, que no es más que el miedo a perder el objeto de nuestra seguridad, y también la defensa de causas ajenas a nosotros. La humildad nos ancla y nos ayuda a reflexionar sobre la vida, que es efímera. Cuando no hay humildad, las personas se degradan. Por ello, hacer el bien y saber manejarse es lo que cuenta al final.

En consecuencia, para tener la capacidad de exclamar lo que el Todopoderoso ha hecho en nosotros, hay que aceptar la palabra de Dios con una fe grande. Una fe que se demuestra a través de la caridad y la humildad. Porque Dios se sirve de los sencillos que son los que en verdad cuentan ante sus ojos. En conclusión, el arte de la humildad nos enseña que el mundo es la constante lucha por aquella supremacía que solamente la tiene Dios, y que las personas estamos sometidas al imperio de las circunstancias y solo somos instrumentos de la divina Providencia al servicio de nuestro prójimo.

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media