Si Estados Unidos se retira del Medio Oriente, se produce el caos”. Así lo aseguró el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, durante un discurso en la región. Su objetivo era calmar a los aliados de EE.UU., irritados por la decisión del presidente Donald Trump de garantizar una “rápida” retirada de sus tropas en Siria.
Un día después, EE.UU. anunció que la retirada de sus militares de Siria ya había comenzado. Según la lógica de Pompeo, esto solo puede significar una cosa: Washington deja que Siria se suma aún más en el caos. EE.UU. dice querer combatir al grupo terrorista Estado Islámico (EI) desde el aire. Rusia ya mostró dudas al respecto. El peligro no es solo que abra la puerta a un mayor control del territorio por parte de Rusia, sino que también ocurra esto con el aliado militar más importante de Moscú: Irán.
En su discurso, Pompeo anunció que Washington combatiría junto con sus aliados regionales la influencia de Teherán. Lo que no aclaró es cómo piensa lograrlo tras la retirada de las tropas estadounidenses. Pompeo tampoco habló sobre el segundo gran peligro: la retirada norteamericana podría llevar a un ataque militar por parte de Turquía a los kurdos, hasta ahora aliados de EE.UU.
EE.UU. se retira y el caos parece inminente. Y este caos no solo amenaza a Siria, sino a la región en su conjunto. Hasta ahora, Trump no ha conseguido prácticamente nada: los israelíes podrán alegrarse del reconocimiento de Jerusalén como su capital, pero los palestinos reciben menos apoyo que antes y el supuesto “acuerdo del siglo” sigue pendiente. El conflicto entre Arabia Saudí –aliado de Washington– y Catar sigue sin solucionarse. Y la retórica de Washington contra Irán se ha endurecido tanto con Trump al frente, que algunos mensajes casi parecen sugerir un enfrentamiento militar. Esto podrá regocijar a las altas esferas de Arabia Saudí e Israel, pero es peligrosamente explosivo. No se debería infravalorar militarmente a Irán. (O)
