El 8 de julio el FMI aprobó un ‘crédito de emergencia’ para Ecuador por $ 364 millones, equivalente al 37,5% de la cuota del país, respondiendo a una solicitud del Gobierno, motivada por el terremoto de Manabí, para cubrir el déficit de la balanza de pagos, producto de la reducción de ingresos petroleros. Es un crédito sin condicionamientos, tan solo la obvia alusión al manejo del presupuesto con base en los ingresos disponibles del Estado, como lo viene haciendo el Gobierno, conforme dicho organismo lo ha reconocido.
Los voceros neoliberales y sus medios, aprovechando esta situación han querido confundir a la opinión pública, insinuando que el Gobierno ‘parece’ que ha vuelto a ellos (FMI y BM) y que busca aplicar medidas fondomonetaristas, como atraer inversión extranjera, ajustar tributos, vender algunos activos, repriorizar proyectos. Es claro que las medidas oficiales no tienen ni las bases ni la mecánica, menos las intencionalidades del Fondo. Se corresponde con los principios de la Revolución Ciudadana (RC) y los objetivos productivos y sociales del manejo de la economía nacional. Lo cierto es que estos críticos y sus medios deliran por volver al pasado, de sumisión al FMI y a sus políticas neoliberales, de manejo de la economía con sus directrices, que históricamente privilegiaron a las élites económicas, mafias bancarias, chulqueros criollos y extranjeros; volver a los ‘paquetazos’ de medidas contra la población, especialmente la más pobre y a la organización de un país altamente dependiente, sin dignidad ni soberanía, endeudado a rabiar, sometido, con la Constitución y leyes elaboradas en función de los intereses mezquinos y la voracidad insaciable de poderosos grupos económicos.
A ese pasado no volverá jamás el país. La RC definió con claridad meridiana que la economía nacional se la manejará con soberanía y dignidad; jamás con las ‘cartas de intención’ y entrega como lo hizo la partidocracia; eran verdaderas declaraciones de traición y compromisos de conducta antipopular y antinacional, para consolidar una economía especulativa, concentrando más la riqueza y lacerando más a los pobres de la patria. Ecuador mostró al mundo que es posible manejar la economía de nuestros países, sin el FMI, con sus propias recetas, prioridades y, en buena medida, recursos. En toda una década no se ha firmado una sola frase de compromiso con el FMI y la economía se estabilizó, creció la producción, se amplió la infraestructura, mejoró la productividad y se multiplicaron las políticas sociales redistributivas; se redujo el desempleo y aumentó la capacidad adquisitiva de los salarios, lo que permite financiar la canasta básica. Todo ello, en un marco de fortalecimiento del Estado y su organización democrática y de práctica de una política internacional soberana, de integración solidaria y paz.
Por cierto que las tendencias negativas de la economía mundial nos afecta, al igual que el terremoto y se han tomado medidas temporales de ajuste fiscal, presupuestario y tributarias, con sentido solidario, productivo y social, sin oposición a principios de justicia, equidad, democracia, soberanía y en aliento de la producción; es decir, todo lo opuesto al neoliberalismo. El pueblo no permitirá jamás volver a los atracos bancarios, al robo de los dineros públicos y entrega del petróleo, venta de soberanía y archivo de la dignidad nacional; someterse a la banca, entregarse a los vendepatria, al capitalismo salvaje.
Las políticas neoliberales son parte de la historia nefasta del país. La RC continuará con el apoyo del pueblo, que defenderá las conquistas logradas y ajustará la agenda para el cambio, superando la adversa coyuntura, avanzando hacia la patria libre y el socialismo; privilegiando siempre el trabajo y al ser humano, por sobre el capital y los explotadores. (O)
