Hablar de imperialismo y militarismo en América Latina no es algo que haya quedado en el pasado de las dictaduras militares del último siglo. Si pensábamos que las invasiones imperialistas estaban del otro lado del mapa, parecer ser que no era así. La guerra preventiva y una posible hipótesis de conflicto no son cosa de la otrora guerra fría. Existen actualmente bases militares extranjeras -en su mayoría anglonorteamericanas- diseminadas en toda nuestra región.
Esto se ha transformado en un problema político y diplomático de escala internacional que afecta nuevamente la democracia en estas latitudes.
En este sentido, la red de bases militares nos lleva nuevamente al nudo gordiano de la cuestión: EE.UU., que siguiendo su naturaleza imperialista dirige desde el teatro de operaciones del Pentágono y el complejo militar-industrial estos enclaves militares. Y la red en estos últimos tiempos se ha ampliado, fundamentalmente es países que están subordinados al gran país del Norte como es el caso de Colombia.
El “cuentico” de la lucha contra el narcotráfico, la venta ilegal de armas y fundamentalmente su piedra angular: el terrorismo, son la pantalla perfecta que han utilizado para legitimar su presencia bélica en el territorio. Sin olvidar la vigilancia en la zona marítima del mar Caribe-Atlántico de la IV Flota que rodea las costas de Venezuela y Brasil y la aún enquistada base de Guantánamo en Cuba, usurpada por EE.UU. desde 1902.
Sin embargo, desde la gestión de gobierno de Rafael Correa no hay indicios de bases militares en Ecuador desde la retirada de la base norteamericana de Manta en 2009, el peligro se avecina por el norte del país. No es una cuestión meramente de nacionalismo.
Lindante a la frontera con Colombia, se encuentran cuatro bases muy cercanas al país, sin contar con el resto de las otras siete que se encuentran distribuidas en todo el territorio colombiano. Estas son: la base aérea de Tres Esquinas, ubicada en el departamento de Caquetá; y la base aérea Larandia del mismo departamento, la base naval de Bahía Málaga, en el Pacífico colombiano, cerca de Buenaventura; la base aérea de Tolemaida, en Melgar, Tolima, es la base más grande de la región. Apenas asume el gobierno, Santos profundiza los lazos de coloniaje y dominación militar que supo coronar el cipayo gobierno de Uribe.
(*) Ensayista y escritor. Integrante del Centro Cultural Enrique Santos Discépolo, de Argentina.
