El conflicto político está vinculado con las falacias de sectores de la oposición sobre las medidas económicas asumidas para enfrentar los efectos de la coyuntura internacional adversa por la baja de los precios del petróleo; y los efectos del terremoto.
Se opusieron a las salvaguardias, establecidas para reducir las importaciones y defender la balanza comercial, así como para protegernos de las políticas devaluatorias de los socios comerciales, que afectan la dolarización.
Crearon el IVA y lo incrementaron cuando les dio la gana; y ahora, cuando fue necesario hacerlo para beneficio de Manabí y Esmeraldas, se rasgan las vestiduras y abren una compaña confusionista y mentirosa. Estos viejos impuesteros ahora ‘descubren’ que los impuestos son recesivos, pero ocultan que, al ser devueltos por el Estado para la reconstrucción, desde la inversión pública, provocarán un efecto multiplicador en la actividad productiva, lo que dinamizará el conjunto de la economía.
Por su parte, ciertos banqueros y sus voceros, que buscaban manejar el negocio del dinero electrónico o móvil, ahora se oponen porque está bajo control del BCE, argumentando que en él “no confían”; mienten y confunden, afirmando que es un primer paso para liquidar la dolarización y que el público será estafado, porque mal utilizará el dinero que sirve de respaldo; ya no es por tanto para ellos una buena herramienta que aumentará la velocidad del dinero y alentará la economía. Doble discurso de la banca a la que el país bien conoce por sus estafas, congelamientos, salvatajes, sucretizaciones, utilizando los dineros públicos, a través de los gobiernos de la partidocracia puestos a sus servicios, quienes le entregaron el control total del BCE.
El mismo discurso demagógico utiliza para criticar la política fiscal presupuestaria que privilegia el gasto productivo y la inversión social, reduciendo el pago del servicio de la deuda y buscando recursos externos de fuentes alternativas.
La partidocracia a la que representan fue la que sobreendeudó al país en función de sus intereses, lo hipotecaron y sometieron al FMI, insisten ahora nuevamente, con el liderazgo de Alberto Dahik; exportaron sus capitales, buena parte de dudoso origen e invirtieron en los paraísos fiscales, a través de la banca offshore, mecanismo con el cual también evaden el pago de impuestos.
Y en el colmo del cinismo reclaman ‘confianza’, ‘seguridad’, ‘estabilidad’, ‘reglas claras’, y ‘libertades’ para atraer la inversión extranjera. ¿Cómo entender esto?, muy sencillo; demagogia extrema, utilitarismo egoísta y demostración de que solo defienden sus intereses y se vuelven agresivos y hasta golpistas cuando medio les tocan sus bolsillos.
Por esa misma razón protestan y mienten ante el anuncio de revisión de la legislación, ya existente, relativa al pago de impuestos por herencias y altos valores acumulados como ‘plusvalía’, con propósitos redistributivos, para arrancar de los millonarios -y solo de ellos- una pequeña parte de sus fortunas para financiar gastos en beneficio de la gente pobre y del país.
El panorama político y económico está más claro. Las diferencias son inevitables entre los sectores pudientes, sus medios y voceros y los que defienden a los sectores populares, el cambio y el progreso. La pelea hay que diseñarla para salir exitosos y avanzar con la RC, con inteligencia y cabeza fría, con organización política y claridad de ideas, en forma oportuna, con buena comunicación para que no haya lugar a la confusión y la falacia. (O)
