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El Telégrafo

Ecología y ambiente

05 de agosto de 2012 - 00:00

Hoy hay tres corrientes en ecología y ambiente, una el “culto a lo silvestre”, la “ecología sin gente” que cree suficiente “preservar un 10% de la superficie terrestre” y no dice nada de la industria o la urbanización.   La segunda, la “ecoeficiencia” basada en la ecotecnocracia del “uso prudente” de la tierra, pero que sustenta una ecología industrial.

La tercera, el “ecologismo de los pobres” (de J. Martínez Allier) en defensa de los explotados de la tierra; es la corriente ecososial, de ecojusticia, de los conflictos sobre el uso del agua, del lenguaje común de quienes no usan un lenguaje académico.

La mayoría de Estados del “desarrollo” económico es partidaria del extrativismo para beneficio capitalista de las grandes empresas, mientras hay movimientos antiextractivistas que luchan por la defensa de la tierra y el agua.   En medio de los dos están los Estados progresistas latinoamericanos que defienden el agua y la tierra, pero que requieren recursos para los servicios del Buen Vivir.

El paradigma antiguo, ideológico, poco científico, era mecanicista: la naturaleza era un recurso mercantil a ser manipulado por la ciencia y la técnica.   El nuevo paradigma es el derecho de la naturaleza, nutrido con aportes de la complejidad de Morin y la ciencia posnormal, con postulados de preocupación política y ética.  

La ecología actual es una ciencia que trata con la gente, cuya evaluación hay que hacerla con ella; una ciencia de incertidumbres y riesgos.

El derecho de la naturaleza no está asociado a la propiedad privada de quien puede hacer lo que quiera con aquello de lo que es dueño.   La naturaleza no es un medio por el valor que tenga.   La tierra es la Pacha Mama, la naturaleza como un todo, incluyendo a los seres humanos.  

Pero como la minería es hoy la boya de salvación económica para los países, incluyendo al petróleo como un sector de ella, debe considerarse, por una parte, que toda minería contamina el ambiente, ni se diga la de cielo abierto, pues los minerales, metálicos o no metálicos están en rocas que deben lavarse con ingentes cantidades de agua, y por otra, que el modelo capitalista cambiará de la noche a la mañana, pues hay un período de transición de luchas de todo tipo.  

Las decisiones, finalmente políticas, deben considerar las aspiraciones de la gente, tanto en el cuidado del agua y el ambiente como en la búsqueda de su bienestar que requiere inversiones públicos.

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