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El Telégrafo
Felipe Rodríguez

Discapacidad humana

06 de julio de 2020 - 00:00

Y sí. Otra vez vengo a arremeter contra la mayoría de usuarios de redes sociales. Y no, no es porque quiera rivalizar, es porque ustedes tienen el derecho humano de acceder a la verdad. Así que, aquí vienen un par de verdades.

Sí, favorecer a discapacitados con exenciones tributarias, entendiendo que ellos tienen limitaciones personales frente al resto de ciudadanos, es un acto humano, noble y justo. Sí, el trámite para tener carné de discapacitado es un trámite legal. Sí, existen seres infames, que sobornan o falsifican diagnósticos para simular ser discapacitados. Sí, existen funcionarios públicos que tienen discapacidad para ser honestos. Todo eso sí y mil veces sí.

El problema no se encapsula en la humanidad corroída que todos conocemos. El problema radica, en este siglo, en la discapacidad de los usuarios de redes y de muchos periodistas para decir la verdad.

El eslogan de los críticos de hoy es: “que paguen justos por pecadores”. La estrategia de algunos periodistas y de casi todos los usuarios de redes es: “enlodar, enlodar, enlodar, siempre, siempre, sin parar”. ¿Cuéntenme qué se siente? ¿Qué se siente ser tan rastreros de enlodar a quien camina limpio por la vida? ¿Qué les hace sentir difundir información no verificada? ¿Cómo se van a dormir en las noches cuando, simulando combatir la corrupción, tachan de corruptos también a los honestos?

Dicen que un asambleísta tiene carné de discapacidad, no con ánimo informativo, sino con ánimo infamante. ¿A ustedes les consta que tal o cual asambleísta hubiere simulado una discapacidad? ¿Ustedes saben desde cuándo ese personaje es discapacitado? ¿Sabían que el carné de discapacidad otorga derechos que legalmente pueden ser ejercidos? ¿Hay algo, siquiera algo, que les conste? Yo sé que la repuesta es: “nada nos consta, pero en esta guerra contra la injusticia deben perecer, como daño colateral, también los inocentes”.

Defenderé siempre la libertad de expresión, la defenderé inclusive cuando quienes tienen atrofiada su humanidad, la ejercen. Y así como defiendo la libertad de expresión, aunque no tengan la menor idea de cómo ejercerla con responsabilidad, también defenderé su derecho irrenunciable a saber la verdad. Ahí les va. Ustedes sufren de la peor discapacidad de todas: discapacidad humana, incapacidad empática y daltonismo diferenciador; la única discapacidad que debería producirnos pena. Mi consejo: háganse ver. Quizá consigan que el CONADIS se apiade de ustedes. (O)

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