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El Telégrafo
Cecilia Velasco

Diplomacia y populismo

09 de junio de 2018 - 00:00

Es verdad que organismos como las Naciones Unidas han sido objeto de desprestigio por la ineficacia de muchas de sus acciones, porque la voracidad y el espíritu guerrero y expansionista de algunos de los países más poderosos se impone con creces ante las organizaciones civiles supranacionales, y porque al interior de su mismo seno han surgido casos de corrupción y tráfico de influencias. Pese a ello, presidir la Asamblea General de las Naciones Unidas sigue siendo una distinción que pocos no querrán contar en su hoja de vida.

La reciente designación de María Fernanda Espinosa como presidenta de la Asamblea General de las Naciones Unidas ha estado rodeada de polémica desde el inicio, pues su candidatura habría roto inusitadamente un pacto con la otra candidata latinoamericana a esas funciones, la hondureña María Elizabeth Flores.

No cabe duda de que la ambiciosa Espinosa movió todos los hilos y las relaciones públicas posibles para hacerse del honor, a pesar de que su política internacional como canciller haya sido históricamente insostenible: no ha tenido ningún pudor en alabar a los gobiernos tiránicos y corruptos venezolano y nicaragüense, por ejemplo, ni en mostrar su inoperancia frente a los horrores de la frontera colombo-ecuatoriana. Millones de ecuatorianos no nos sentimos honrados ni representados.

Espinosa es la primera latinoamericana en asumir esta función, que por segunda vez le corresponde a un ciudadano ecuatoriano. En los años 60, por unanimidad y con el bloque latinoamericano sólido, Leopoldo Benites Vinueza, autor de Ecuador, drama y paradoja, un importante ensayo en el que se propuso reflexionar sobre este país, sus potencias, límites y traumas.

Benites debió asumir, en su alto cargo, la tarea de informar sobre los atropellos cometidos por Pinochet. Eran otros tiempos. Ahora, quienes se han adherido a los déspotas llegan a honrosos cargos mundiales; tal vez retribuidos por una diplomacia internacional populista y antidemocrática. (O)

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