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El Telégrafo
Fausto Segovia

El desarrollo sostenible

22 de julio de 2020 - 00:00

En las reflexiones semanales he insistido, más de una ocasión, en la necesidad de revisar los modelos o sistemas que nos rigen, sobre todo los esquemas mentales que han contribuido a crear un mundo de desigualdad y discriminación.

El tema de hoy es la sostenibilidad, que es uno de los patrones del proyecto humano, que viabilice un cambio real en ciertas sociedades autocalificadas como estados fallidos. ¿De qué arbitrios depende el sostenimiento de un modelo en el tiempo y en el espacio?

La sostenibilidad, en un sentido amplio, es una característica esencial del desarrollo humano que intenta asegurar la satisfacción de necesidades básicas, sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones. En otras palabras, lo sostenible se refiere a algo que está en condiciones de conservarse o reproducirse por sus propias características. Las aplicaciones son vastas: en lo económico, lo político, lo social, lo ambiental y cultural.

Las Naciones Unidas asumieron los 17 objetivos del desarrollo sostenible para poner fin al hambre en el mundo, lograr la seguridad alimentaria, mejorar la nutrición y promover una agricultura sostenible, dentro de procesos de construcción de una infraestructura resiliente y una industrialización inclusiva que fomente la innovación. Todo, dentro de una agenda 2030, aprobada en 2015 por 193 Estados, en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Esta declaración puede ser retórica, pero, de todos modos, es un referente que tiene la humanidad.

¿Han oído ustedes del proyecto Dónut? Es una apuesta a la sostenibilidad, bajo una concepción diferente a la del desarrollo a escala humana”, planeada por Manfred Max-Neff, en la década de los noventa. Se trata de un proyecto creado por Kate Rawortk, en el libro “La economía del Dónut: las siete formas de pensar como un economista para el siglo XXI”. Plantea la prosperidad como resultado de un balance entre las necesidades de la gente y los recursos de la naturaleza. Dentro de esta perspectiva ningún ser humano debería quedar fuera de la “torta”.

La metáfora es válida, y ya han aparecido defensores y detractores; es decir, aquellos radicalistas que abogan por el virtual desmantelamiento del sistema, y otros que insisten en el crecimiento desenfrenado e inequitativo producto de la acumulación y exclusión. ¿En qué orilla se coloca usted? ¿O hay una tercera vía como la del proyecto Dónut? (O)

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