En el 2013 mujeres de la entonces bancada oficialista liderada por el expresidente Rafael Correa Delgado tuvieron una sanción por defender la despenalización del aborto en casos de violación. Años después dimensionamos que esto fue un inicio lamentable para la historia democrática con perspectiva de género, cuando partidos y movimientos se enfocan en una disciplina partidaria por encima de las luchas por los derechos humanos.
Actualmente existen casos donde el sistema con masculinidades hegemónicas ocupan espacios tras acuerdos políticos que nos excluyen de la toma de decisiones. Hace pocos días fue la elección de hombres en los siguientes espacios: presidencia y dos vicepresidencias de la Asamblea Nacional, la primera vicepresidencia del Concejo Cantonal de Quito y la vicealcaldía de Cuenca; igualmente se posesionaron tres jueces principales para el Tribunal Contencioso Electoral que conformarían un pleno con una sola jueza. Debemos estar alertas para no perder la esencia de las luchas de las mujeres cuando se priorizan intereses individuales y de acceso al poder por encima de la defensa de sus principios.
Recordemos que la violencia política se define en la Ley Orgánica Integral para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, publicada en el año 2018 en el Registro Oficial, donde se señala que es aquella “cometida por una persona o grupo de personas, directa o indirectamente, en contra de las mujeres que sean candidatas, militantes, electas, designadas o que ejerzan cargos públicos, defensoras de derechos humanos, feministas, lideresas políticas o sociales, o en contra de su familia”; y añade la normativa que se orienta a acortar, suspender, impedir o restringir su accionar o el ejercicio de su cargo.
La atención radica en la posibilidad de que nos quieran eliminar derechos fundamentales conquistados por años de lucha, a partir de intereses políticos y partidistas que buscarían una consolidación de la disciplina partidaria e ideológica por encima de la defensa de principios constitucionales y legales.
El sistema patriarcal es hábil desde tiempos antiguos para reducir la incidencia y nuestro carácter de ser ciudadanas. (O)
