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Hoy compartiré varias consideraciones sobre aquella interrogante que algunas “almitas” han estado una y otra vez insertando en la opinión pública, a propósito de aquella cita que tenemos, como ecuatorianos, este próximo 11 de abril en las urnas: ¿Democracia o Totalitarismo?
1: ¿Correcto o incorrecto? De lo que he notado, la interrogante ¿Democracia o Totalitarismo? ha surgido de varias voluntades que forman parte del aparato comunicacional en el Ecuador. Al tener en la papeleta electoral a dos candidatos, es evidente que esa pregunta obliga a que el(la) elector(a) asocie en su mente: candidato (GL. o AA.) y término (D. o T.). Debo añadir que, como ya lo señalé anteriormente, el abordaje de ambos términos ha sido laxo y hasta manipulado en función de la simpatía política de los propulsores de dicha interrogante, lo que ocasiona, y preocupa, que quienes se han quedado con esas tibias explicaciones terminen decidiendo su voto con imprecisa y sesgada información, y, por ende, tal voto sea desperdiciado. Dejo de lado el análisis de ejercer actividades políticas partidistas desde un micrófono o una videocámara, para otra ocasión, dado lo extenso, lo complejo y la diversidad de opiniones al respecto.
2: ¿Es tan así? Decía uno de mis profesores de Derecho: si usted estudia derecho, debe ser valiente, sino dedíquese a otra cosa. ¡Hay que decirlo! Habiendo tenido una aproximación sucinta pero modesta de los términos ‘democracia’ y ‘totalitarismo’, no puedo comprender cómo podrían encajar las propuestas de campaña sea del Señor Guillermo Lasso o sea del Señor Andrés Arauz como propias de un eventual régimen totalitarista donde el ganador actúe como autoritario. Lo siento, pero aún cuando soy consciente de mis limitaciones pese a mis cerca de 10 años de libre ejercicio profesional, incluyendo estudios doctorales, y ejercicio de la docencia e investigación, no logro convalidar lo que se dice, en uno que otro espacio: “… es que uno apunta a la democracia y otro apunta al totalitarismo”. De hecho, estimo que ambos tienen buena intención y, desde la lógica, perseguirán fortalecer la democracia en la nación.
3: “Bonus track”: no existe régimen democrático pleno, sino más bien regímenes más o menos democráticos; el totalitarismo implica una borrachera desenfrenada del poder donde el autócrata transgrede derechos y libertades, y con su conducta despierta inquietud y promueve un clima político, según Bobbio, identificado por: “un partido único, dictadura y terror”. ¡No veo eso ni de lejos! (O)