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El Telégrafo
Mauricio Maldonado

Democracia, libertad y derechos sociales

04 de diciembre de 2018 - 00:00

Los derechos indisponibles por mayoría aparecen en varios autores. Todos ellos concuerdan en que un concepto de democracia, para ser relevante, no puede limitarse a la mera regla de mayoría (que existe también en los estados autocráticos).

Un concepto muy difundido es aquel de “coto vedado”, propuesto por Garzón Valdés, quien diferencia entre el “dominio de mayoría” y el “principio de mayoría” (al que corresponde un genuino sistema democrático). En una concepción extendida de “coto vedado” —dice Garzón Valdés— se incluye a todos los derechos fundamentales, no sólo a los de primera generación.

Sin duda se puede afirmar que los derechos así llamados de primera generación (civiles y políticos) son condición sine qua non de cualquier sistema democrático. Sin embargo, de los demás derechos se puede hablar como una continuación de los derechos de libertad (llamados también “libertades negativas” o “de abstención”).

Esto no es extraño a la doctrina: no acaso se habla de “libertades positivas” o “de prestación”, haciendo alusión a los derechos sociales. Desde este punto de vista, a menudo se argumenta que sin que algunas libertades positivas se verifiquen, tampoco algunas libertades negativas pueden decirse protegidas en un sentido relevante.

Aun así, la “naturaleza” de estas libertades positivas o derechos sociales es compleja y discutida: aún no hay un acuerdo sobre si ciertos derechos sociales son efectivamente eso (“derechos”) o —para usar los términos de Rensmann— “meros objetivos estatales”. Pero este es nada más que un problema conceptual: si son derechos u objetivos estatales, todos entendemos que la lucha contra —por ejemplo— la desnutrición y la pobreza, tiende a integrar al proceso democrático a algunos individuos que, de otro modo, tendrían un poder de decisión muy bajo, o nulo.

En este sentido, también se podría considerar que algunos derechos sociales (al menos la salud y la educación) son necesarios para que se pueda hablar de democracia. La propia “lógica” del mercado, en un sistema liberal-democrático –si quiere integrar a su ámbito a la mayor parte de individuos posible– debe tener en cuenta que existen muchos que, de hecho, se encuentran marginados, expuestos a desnutrición infantil, violencia, discriminación, etc.

Algunos derechos de libertad, para ser efectivos, requieren de la protección de algunos derechos sociales. No está de más recordar que muchos liberales concuerdan con esta posición.

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