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El Telégrafo

Deberían vivir siempre

29 de diciembre de 2012 - 00:00

El norteamericano John Donne escribió que la muerte de cada individuo nos empobrece. Conscientes de nuestra finitud, aspiramos a que los seres amados vivan hasta avanzada edad. Más allá de esa dimensión íntima, hay ausencias definitivas que debilitan a la humanidad. Aquellos que a lo largo de sus vidas han transformado de variadas formas el entorno en el cual desarrollaron su ciclo vital, hasta hacerse imprescindibles para sus pueblos, no deberían desaparecer, deberían vivir siempre.

Hace poco perdimos a quien plasmó el futuro en las obras que diseñó y construyó. Identifican a su autor, el brasileño Niemeyer, donde quiera que estén. Son la huella de quien vivió para poner la belleza al alcance de las mayorías populares, tanto en el sambódromo de Río como en el Memorial de América Latina en Sao Paulo, en el local del Partido Comunista en París y especialmente en Brasilia, con sus bellas construcciones futuristas que son las únicas edificaciones observables desde el espacio por los astronautas. Un tanto desencantado por los achaques de su edad, el triunfo de los sectores progresistas en Brasil le dio nuevos bríos. Partió con su  mente en pleno proceso de creación.

En el sur de África, a sus 94 años de edad, se encuentra delicado de salud Nelson Mandela. Cuánto ha vivido y sufrido a lo largo de ese tiempo, durante los 27 años de cárcel, en los que trabajaba de sol a sol en una cantera. La lucha de su pueblo y del resto del mundo venció el apartheid y le dio libertad no solo personal sino para su patria. Quienes escriben loas a la actitud pacifista y humanitaria de Madiba cuando asumió el poder, omiten señalar que su primera visita al exterior fue a Cuba, para agradecer a Fidel y a los cubanos su apoyo decisivo para la derrota de los opresores de su pueblo. Estamos en vigilia por su mejoría y anhelamos, quizás contra toda lógica, que sus días en la tierra se prolonguen más.

Arropado por la solidaridad y el cariño de los latinoamericanos y de personas de variadas regiones del mundo, se recupera en La Habana el comandante Hugo Chávez. Es casi increíble que una persona de su vitalidad haya sido tan fuertemente golpeada por una enfermedad traicionera. Chávez es necesario para Sudamérica y para el mundo. Por ello se han celebrado ritos ecuménicos en lugares tan distintos como Belén en Palestina o Bolivia y Estados Unidos.

Como en el poema de Vallejo, entre todos lograremos que eche a andar nuevamente por América Latina.

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