Aunque para muchos líderes europeos lo peor de la crisis ya pasó, lo cierto es que los últimos datos dados por la oficina de estadística de la Comisión Europea (Eurostat) señalan otra cosa: Europa se hunde en la recesión con una caída interanual de casi el 1%. Si lo más duro de la crisis ha pasado, como dicen los expertos, no se ve en la realidad que se haya llegado a tocar fondo.
La contracción económica continúa en aumento, con un índice de desempleo que se expande todos los días. En España, esta cifra ya llega a los seis millones de trabajadores sin empleo, o el 22,7% de la población económicamente activa. Su producto interno bruto se prevé que caiga en un 3% durante este año, casi el doble de la caída registrada en el año 2012, con el 1,8%.
En Italia, la caída anual el año pasado fue de -2,7%, demostrando que los planes del expresidente y tecnócrata Mario Monti, instalado forzadamente al mando de ese país por la influencia de la canciller alemana, Ángela Merkel, no arrojó ningún resultado positivo e Italia registra 8 trimestres consecutivos de pronunciado declive en su economía, acumulando un decrecimiento del 10% desde el año 2009. Además, el índice de desempleo llega al 11,2% de su fuerza laboral alcanzando a 2,9 millones de personas.
La situación de Grecia es aún más compleja, y es imposible predecir cómo puede evolucionar en los próximos meses. Ese país sigue en caída libre por cuarto año consecutivo, acumulando un descenso del 30% desde el año 2009. El desempleo llegó al 27%, siendo el grupo más desfavorecido el de los jóvenes con un 54% de desocupados.
El colapso de los países del sur de Europa está afectando a toda la zona euro y así lo demuestra el estancamiento de Alemania, el “motor de la economía europea” que está perdiendo impulso a medida de que sus exportaciones se hunden. El 60% del comercio de Alemania depende del vigor económico de sus vecinos, y si sus vecinos están muy debilitados, el comercio alemán se va al abismo.
En iguales circunstancias está Francia, con una caída de su producción industrial de -3,3% y un desempleo por encima del 10%. Sus exportaciones hacia el sur de la eurozona se han derrumbado, producto de la escasa demanda y la paradoja de la fortaleza del euro frente al dólar, situación que en la última semana de febrero empezó a revertirse cuando la moneda única se cotizó por debajo de los 1,22 dólares por cada euro.
En este panorama incierto se demuestra que lo que está en juego es la supervivencia del euro. Todo esto comprueba que no hay un límite para la caída y que los planes de austeridad, las reformas laborales, la reducción de los salarios, las pensiones, los recortes de gastos en salud, educación, investigación y desarrollo están cambiando la cara de Europa. Un continente que se precariza y que concomitantemente se hace más pobre, se hace también más insostenible.
Definitivamente, es el drama silencioso que establece la nula convergencia de los tecnócratas con la realidad.
