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El Telégrafo

De los holocaustos judío y palestino a la paz con respeto

29 de diciembre de 2012 - 00:00

Los judíos sufrieron el holocausto del nazismo, hoy lo sufre el pueblo palestino de parte del Estado de Israel. Los radicales palestinos lanzan cohetes al pueblo judío y estos devuelven represalias cien veces más mortíferas. Los radicales palestinos no quieren que exista el Estado de Israel, los radicales judíos no quieren que exista el Estado palestino. Son pueblos que utilizan la extrema violencia. Su cercanía los obliga a vivir en paz o destruirse mutuamente. La situación actual solamente favorece a los fabricantes y vendedores de armas. El que siembra odio cosecha odio.

Admiro al pueblo judío por ser excelente comerciante, en cualquier país tienen los precios más convenientes, son laboriosos y estudiosos, lo que ha traído como consecuencia que sean creadores en todas las manifestaciones del saber. Admiro al pueblo palestino por su amor a la libertad, la defensa de su dignidad y extraordinaria capacidad de resistencia frente al bloqueo y destrucción a que es sometido por Israel.

Israel es la primera potencia militar del cercano y Medio Oriente. Sin embargo, no tiene desarrollado el mismo nivel de amor y sabiduría. Tiene hipertrofia científica y tecnológica con una atrofia moral y espiritual. No es buena práctica resolver siempre los problemas por medios violentos. El uso de la violencia sistemática en todas sus formas, y en especial la militar, produce resentimiento y revancha, a corto y largo plazo.

Los judíos y palestinos deben ser un ejemplo de amor y son de odio, son hermanos siameses unidos por el odio. El 29 de noviembre de 2012, en la Asamblea General de las Naciones Unidas, 138 países inscribieron el certificado de nacimiento de la aceptación de Palestina como Estado Observador de la ONU. En represalia, Israel respondió con el anuncio de la construcción de 3.000 nuevas viviendas en Cisjordania, zona en disputa, y retiro de los salarios de los funcionarios palestinos en Israel.

El odio nubla la visión de la sabiduría y enceguece al espíritu. Es una lucha entre  quienes tienen  “el pensamiento tuerto”, como expresa Edgar Morin; y si siguen igual, corren el peligro de quedar ciegos. Como dice la Biblia: miran la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Deben eliminar lo negativo de ambos e integrar lo positivo en paz y amor. En caso contrario, como podría decir Einstein, después de una nueva guerra total, los sobrevivientes tendrían que seguir luchando a pedradas. A largo plazo, los metales, lo duro y el odio son vencidos por el agua, lo débil y el amor.

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