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El Telégrafo

De fraudes y trampas

09 de agosto de 2012 - 00:00

Gravísimo me parece el hecho de que algunos partidos y movimientos políticos, huérfanos de respaldo social, hayan recurrido a la vileza de comprar afiliaciones falsas para alcanzar su inscripción legal. Eso muestra su incapacidad para conquistar adeptos, pero también su baja condición moral, propia de unos piratas que recurren a cualquier método para alcanzar sus ambiciones.

Por desgracia, no es el único fraude ni la única trampa inventada por los politiqueros para engañar a los electores. Nuestra política criolla es pródiga en recursos de torcida condición, que se expresan de modo permanente, aunque relucen con más brillo en tiempos electorales.

Uno de los fraudes más comunes es el popularmente llamado “cambio de camiseta”, por el que gentes electas con los votos de un partido terminan recalando en otro, burlando de este modo la voluntad o inclinación de sus electores. “La gente votó por mí y no por el partido”, afirman en su defensa y siguen su carrera, muy campantes, cambiándose de carril una y otra vez, al calor de sus apetitos.

Hubo un político profesional, ahora retirado, que comenzó como conservador, se hizo luego “progresista”, avanzó a democristiano y terminó como socialdemócrata y presidente del Congreso, en una carrera que lo mantuvo veinte años seguidos como diputado. Hubo otro que hizo una carrera similar, por los carriles del populismo, y que en total estuvo 27 años en el Congreso.

El mal ejemplo produce adeptos. Ya vemos en el candelero político a alguien que comenzó en la ID, pasó a socialcristiano, se hizo guerrero de madera y ahora anda en busca de nuevo rumbo. También a otro que comenzó igual, sirvió fielmente a los socialcristianos y ahora anda del brazo con Lucio Gutiérrez, seguramente en busca de seguir en la Asamblea. Y, claro, no hay que olvidarse de ciertos legisladores que traicionaron a Alianza PAIS y ahora son sus más feroces opositores.

El único tribunal que puede juzgar a esta morralla es el pueblo soberano. Por eso, hay que educarlo para que aprenda a castigar con su voto a todo oportunista o tránsfuga y también a los audaces compradores de afiliaciones.

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