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El Telégrafo

Daniel y Nicaragua, de cara al futuro

11 de enero de 2012 - 00:00

El Sol se renueva en Nicaragua. Su valiente pueblo le apuesta a la transformación de las estructuras socioeconómicas. La construcción de una comunidad igualitaria continúa en medio del fervor y aliento emancipador. El Frente Sandinista de Liberación Nacional sigue altivo en la edificación de derroteros a partir de principios esenciales: cristianismo, socialismo y solidaridad.

Nicaragua ha ratificado como primer gobernante a Daniel Ortega Saavedra, en un segundo mandato consecutivo. Es el comandante presidente que da continuidad a su gestión gubernamental, la misma que asumió vía electoral en enero de 2007. Desde luego que Ortega tiene un bagaje histórico indiscutible, más aún cuando se rememora el proceso guerrillero que originó la toma del poder político en 1979, bajo su imagen valerosa y combativa.

En los vientos actuales, el Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional, liderado por Ortega, con una profusa convicción democrática, asume grandes retos, de cara a disminuir las asimetrías sociales. Por ello, ha tenido constante preocupación por la continuidad de programas de asistencia y desarrollo social. Tal trabajo se ha enfocado en áreas pilares del progreso de una nación: educación, salud, productividad, agricultura, ganadería, vialidad, inversión energética. En el plano integracionista, Nicaragua tiene una directa relación con la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América (ALBA), desde el respeto soberano y la consolidación de la hermandad continental. En esta nueva etapa gubernativa, en Nicaragua se advierte un sumo interés por consolidar plazas de trabajo, que favorezcan a los segmentos poblacionales que sobreviven en el desempleo.

La revolución sandinista tiene afanes altruistas encaminados a dignificar la vida de las mujeres y de los hombres nicaragüenses. Esta revolución, que se nutre de las entrañas populares, precisamente, busca el equilibrio y paz social, para lo cual se invoca a la fraternidad. Aquel afán revolucionario está impregnado en el espíritu de los trabajadores, intelectuales, profesionales, amas de casa, campesinos, y en la incansable juventud de carácter proactivo y rebelde.
Daniel Ortega tiene desafíos puntuales. Por ejemplo, combatir sin tregua al narcotráfico y al crimen organizado, lacras derivadas del sistema capitalista.

En Nicaragua el horizonte se observa esperanzador, ya que se ratifica la heredad de Sandino, y, con ello, el lúcido pensamiento y labor de esos próceres que antecedieron el mensaje anhelante de unidad latinoamericana. ¡Que viva Daniel-pueblo! ¡Que viva Nicaragua libre!

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