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El Telégrafo

Curar la homosexualidad

26 de febrero de 2012 - 00:00

“Comprender y sanar la homosexualidad” se titula el libro de Richard Cohen que ha causado polémica sobre el origen del comportamiento homosexual o heterosexual.

La obra y las editoriales que la publican han sido criticadas por generar violencia y homofobia. El supuesto tratamiento que propone, se basa en la “Terapia de Reorientación Sexual”, surgida en el seno de un movimiento antigay con tintes religiosos. Lo más grave es que los procedimientos para curar, lo que el autor dice ser un trastorno, se han denunciado como violadores de los derechos humanos.

La metodología pretende reorientar el comportamiento sobre la base de enfrentamientos psicológicos y maltratos físicos. Obras como esta, además, sustentan la existencia de “clínicas de rehabilitación” de homosexuales, como las más de 200 existentes en el Ecuador y denunciadas recientemente como lugares en los que se ejerce sobre los “pacientes” verdaderas torturas, a más de ser un engaño y una estafa económica.

¿Cómo se pretende curar algo que no es una enfermedad? La orientación sexual es producto de un conjunto de acontecimientos genéticos, físicos, psicológicos, sociales y culturales.

La ignorancia y el juzgamiento moral y religioso de la orientación sexual lleva a la discriminación. Se ha intentado explicar el origen de la homosexualidad y se han exhibido muchos argumentos; incluso se han buscado genes que la determinen. Basándose en modelos animales, se han descrito mutaciones genéticas que cambian el comportamiento sexual de roedores y se ha asumido que cosa similar ocurre en los humanos, pero los estudios no son concluyentes, y no lo son, porque la orientación sexual, al igual que todo el comportamiento humano, tiene que ver con la relación que, como sujetos genéticamente determinados, establecemos con el ambiente.

Heredamos las reacciones eléctricas del sistema nervioso (temperamento), pero la educación modela al individuo (carácter) y el comportamiento final estará matizado por su interacción, lo que se llama la personalidad. Un rasgo más de la personalidad es la identidad sexual de una persona.

La legitimidad editorial para publicar temas discriminatorios, como los aludidos en el libro en mención, también está en la polémica. Quienes combatimos estos textos consideramos que antes que buscar réditos económicos, las editoriales deberían mirar los contenidos que en determinados casos incluso atentan contra las leyes.

La convivencia social pacífica se fundamenta en el respeto al otro, con su identidad sexual, sus creencias, sus adhesiones políticas.

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