Los evangelios fueron originalmente escritos en griego común, la variedad que impusieron los ejércitos de Alejandro Magno desde Grecia hasta la India pasando por Egipto, Israel y Siria. El griego no tiene el fonema SH (tampoco el español, pero los hispanohablantes lo conocen por el inglés y en los Andes lo conocemos por el quichua). Como los griegos no usaban ese fonema, los judíos hablantes de griego del siglo I, incluyendo a Pablo, tuvieron que transcribir “Yeshua” (Yavé salva, en hebreo) al griego como “Iesus” y así pasó al latín. Cristo, por cierto, no es un nombre sino un título que significa Ungido, “Jristo” en griego. En hebreo es “Mashiya” (Mesías) y se aplicaba a los profetas o a los reyes. Por cierto los romanos lo tomaron muy a pecho y por eso crucificaron a Jesús, por ser llamado rey de los judíos.
En esa época, los romanos ya usaban apellidos pero la mayoría de los pueblos conquistados por ellos solo usaban nombres. Así que Jesús era llamado de Nazaret, por su pueblo de origen o Ben Yusuf (hijo de José). Según tres de los cuatro evangelios, la única fuente por la cual conocemos detalles de su vida, Jesús hizo una cuarentena de ayuno en el desierto. No sabemos cómo fue ese ayuno. No existe ningún ayuno voluntario que incluya abstenerse de agua por mucho tiempo. No se sobrevive muchos días sin agua, pero sin comida sí es posible sobrevivir varias semanas. Así lo demostró el indio Gandhi.
Por otro lado, había una práctica muy común en Oriente Medio que consistía en ayunar de día y comer de noche. Como este ayuno diurno incluye no tomar agua, es doloroso en el desierto. Este ayuno diurno lo realizan los musulmanes el mes de Ramadán. No sabemos si Jesús lo hizo así. En todo caso, las consecuencias psicológicas de la cuarentena son más graves y peor en el desierto. En la famosa canción en inglés “Horse With No Name” se dice que estando solo en el desierto uno ya no se acuerda ni el nombre. Esta cuarentena nos ha afectado a todos y espero que aprendamos esta lección de humildad. (O)
