A una semana del término de la 19ª Cumbre Europea presentada como la gran solución para desactivar los problemas inmersos en la crisis financiera que atraviesa la Eurozona, toda la algarabía inicial se fue desvaneciendo por el contraste con la cruda realidad.
En lugar de avanzar se retrocede. Todo vuelve al principio, pero en un plano más paupérrimo que el de hace 5 años, lo que nos lleva a pensar que, a este ritmo, la crisis puede prolongarse por otros 10 años más.
Los resultados iniciales, que impulsaron a las bolsas europeas a subir hasta un 5% en una sola jornada, fueron pulverizados con caídas en todas ellas y, lo que es peor, con un aumento sostenido en el costo de la deuda soberana de España e Italia.
A finales de la semana pasada, el costo de la deuda pública española alcanzó el 7%, mientras el de la deuda pública italiana escalaba al 6%. Una gran paradoja para dos países que hace solo una semana se mostraban como los grandes ganadores de dicha cumbre.
Al principio de esta debacle económica se negó que la crisis existiese, así como se negaron las consecuencias que la crisis tendría para el empleo y la demanda, hoy se niega que países como España e Italia están en la quiebra y que nadie podrá hacerse cargo de estos cadáveres.
La insolvencia de la banca y de los gobiernos, potenciada por la masiva fuga de capitales y por la recesión instalada en la zona euro, nos da cuenta que el actual desastre financiero está muy lejos de resolverse, y que todos los millonarios desembolsos anunciados para la banca famélica tienen a Europa al borde del abismo.
Si a esto agregamos las rencillas internas de los países de la Unión Europea que, como Finlandia, amenazan con abandonar la moneda única si se les exige pagar las deudas de otros, vemos que el incumplimiento soberano está a la vuelta de la esquina.
A propósito, el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, confirmó que la economía europea se está deteriorando rápidamente, y que hay una desaceleración en el crecimiento en todos los países de la zona euro. Existe un desempleo creciente y un aumento de la incertidumbre que profundizarán la recesión que ya viven España, Italia y Portugal, dando espacio a nuevas desviaciones presupuestarias.
Al otro lado del Atlántico, la tasa de desempleo en los Estados Unidos se mantuvo en 8,2% luego de que la economía creara solo 80.000 nuevos empleos en junio, una cantidad insuficiente para poder mejorar las condiciones de más de 12,7 millones de parados. Además, el índice de subempleo subió una décima al llegar al 14,9% y el de confianza del consumidor alcanzó su nivel más bajo en lo que va del año.
Como corolario, creo que los grandes errores de los líderes de EE.UU. y de Europa han sido la mantención de los privilegios a los especuladores financieros, el abandono de la economía productiva, privilegiar el bienestar de la banca por sobre la salud de la economía real, lo que está potenciando el hundimiento generalizado de su modelo capitalista.
