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El Telégrafo
Leonardo Vicuña Izquierdo

Crecimiento para el desarrollo y el socialismo

27 de agosto de 2014 - 00:00

En la lucha social siempre se discutió sobre el alcance de los términos crecimiento y desarrollo y sus diferencias. El crecimiento tiene una connotación cuantitativa y es medible por el incremento de las inversiones y la producción, y se manifiesta en obras de infraestructura económica (carreteras, represas, plantas eléctricas, refinerías) y social (hospitales, escuelas, viviendas), expansión industrial, aumento de exportaciones. Multiplica ganancias, genera empleo y en algo mejora las condiciones de vida. No cambia bases estructurales.

El desarrollo, en países capitalistas atrasados y dependientes, es un gran objetivo. En ellos se han dado etapas de crecimiento (boom) y a la par condiciones de mayor pobreza y desigualdades, debido a que la riqueza y el ingreso se mantienen altamente concentrados en reducidos grupos.

Para lograrlo, hay una condición ética indispensable, la redistribución de los beneficios del crecimiento y cambios radicales diversos, sobre todo en las estructuras de propiedad de los medios de producción, democratizándolas, agraria, tributaria.

Por tanto, es correcto afirmar que el desarrollo es crecimiento más políticas sociales redistributivas; para ello es necesario también el apoyo a medianos y pequeños productores y un presupuesto que beneficie la producción y los programas sociales, incluidos seguridad social, ciencia y tecnología defensa del ambiente, recreación, etc.

Son indispensables las políticas internacionales soberanas y solidarias y el manejo correcto del sector financiero y las finanzas públicas.

Requiere un marco de planificación, coordinación en el ámbito estatal, adecuada legislación, regulaciones y controles; metas y objetivos claros; uso racional de los recursos, eficiente financiamiento exterior, negociándolo, sin afectar la soberanía y menos vender el país, vieja práctica del poder bancario pro imperialista, por medio de sus partidos.

Esto es posible con el apoyo del pueblo, gobiernos que respondan a sus intereses  y los de la nación, como progresivamente se ha dado en nuestro país desde 2007.

Por supuesto, exige voluntad política y valentía para tomar decisiones, que afectan poderosos intereses nacionales y del exterior.

Por ello, el desarrollo es un problema político y requiere organización y movilización de las clases sociales populares organizadas, la que garantiza la ejecución de proyectos como el de la RC, funcionarios patriotas y burocracia eficiente, que se juegue la camiseta; trabajo en equipo, espacios de diálogo y debate, crítica y autocrítica.

Es confortable que Rafael Correa, a nivel internacional, haya reafirmado esta posición, con la que alienta el cambio en nuestro país, por las verdaderas libertades y el socialismo, que supone negar las relaciones capitalistas de producción, como condición histórica fundamental, para que prevalezca el trabajo humano sobre el capital, la equidad y justicia, se liquide el esquema y presión bancario-especulativo; de chulqueros y burocracia internacionales y sus tentáculos neoliberales, políticos y mediáticos.

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