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El Telégrafo
Sebastián Vallejo

Corrupción, mentiras y videotape

10 de febrero de 2017 - 00:00

Comencemos recordando que, hasta el momento, Carlos Pareja Yannuzzelli no ha presentado una sola prueba contra Jorge Glas ni contra nadie. Carlos Pareja, en este punto, no tiene aliados ni mucho más que perder. Ni los opositores lo consideran como algo más que un tonto útil para ganar votos. Nadie quiere pasar a la historia como el presidente que limpió el nombre de Carlos Pareja.

Su despertar ético es cuestionable por todas partes, y es necesario preguntarse de dónde viene esta motivación y qué espera obtener de esto (o qué está obteniendo). Es, al final del día, la palabra de un criminal. Pero por ser un criminal, tampoco podemos desechar todo lo que está diciendo. Es decir, todas las pruebas del caso Odebrecht han sido entregadas por criminales.

Las acusaciones por sí solas deberían llevar a una investigación por parte de la Fiscalía. Y si el fiscal está siendo acusado, no debe ser parte de la investigación. En este punto, con las elecciones a la vuelta, con la incertidumbre de los resultados, con la facilidad que resulta decir cualquier cosa y convertirse en referente para los medios, con la capacidad de imponer esta agenda, la ventaja estratégica la tiene Carlos Pareja.

Porque sí, la Fiscalía puede ser que tenga la responsabilidad de actuar de oficio, y sí, en ese caso el fiscal Chiriboga debe hacerse a un lado, pero también le resulta muy fácil a Carlos Pareja decir que todos son culpables (menos él, por cierto), preguntar sobre maletines llenos de dinero (cuando la respuesta probablemente es no), decir que tiene pruebas (y no mostrarlas), mostrar correos y dejar que las conjeturas de opositores agenciosos aten los cabos sueltos (que son muchos). Separar la paja del trigo es una tarea difícil por la misma razón que es imposible probar que algo no ha sucedido. Por eso la carga de la prueba recae sobre el acusador, no sobre el acusado.

Sin embargo, la incertidumbre y el impacto que han generado los ‘Capayaleaks’ no nacieron de un vacío. Es producto de un discurso que se ha construido sobre la honestidad de Glas, y el corolario natural de la probada corrupción en una entidad estatal. La corrupción, por su naturaleza, es difícil de descubrir y combatir. Pero esto no son ni coimas a burócratas de planta en una institución pública para que agiliten el trámite, ni montos que se pueden esconder con maquillaje contable. Son millones de dólares en una institución históricamente corrupta. La posibilidad de funcionarios corruptos debió ser una consideración al momento de reorganizar el Estado. Pero el Gobierno, por cuestiones electorales probablemente (una estrategia errada en mi opinión), en lugar de asumir su responsabilidad y construir su respuesta desde esa posición, ha decidido caer en el juego de Carlos Pareja.

El Gobierno se ha puesto a la defensiva, tratando de probar su inocencia deslegitimando a Pareja, creando sus propias conjeturas sobre quiénes están involucrados y corroborando esos cabos sueltos de Pareja mostrando más correos donde cada uno lee lo que quiere. Están tratando de ganar la batalla equivocada, cuando de la boca del propio Moreno tenían la solución (el reconocimiento de la corrupción en el Gobierno y su compromiso a combatirla). Puede que no sea el mejor eslogan ni el eslogan más ganador, pero es la realidad. (O)

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