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El Telégrafo

Consultas

19 de mayo de 2011 - 00:00

Las consultas populares son un mecanismo democrático de participación ciudadana. Todavía se está escrutando en Ecuador el resultado de la recién habida. Y debe subrayarse una cuestión: en Latinoamérica son los gobiernos progresistas los que han abierto estos mecanismos. Muchos de los que los usan en contra de gobiernos actuales, no propusieron jamás esos mecanismos cuando fueron gobierno. Vale la pena subrayar que fue la Constituyente la que dio peso a estos mecanismos en Ecuador, y que dicha Constituyente fue muy resistida por la mayoría de aquellos que ahora usan de  la consulta para intentar apostrofar a aquellos que la han posibilitado.

Es de recordar el caso de Venezuela, donde se planteó un referéndum para voltear al actual presidente, y que se pudo hacer solo gracias al actual presidente. Los que usaron de la idea de revocatoria de mandato, jamás habían habilitado una revocatoria de mandato. Los que llaman antidemocrático al actual presidente de Venezuela, usaron una herramienta democrática para tratar de voltearlo, herramienta democrática posibilitada solo por ese presidente al que pretenden antidemocrático. Y ellos, los supuestos y enfáticos “defensores de la democracia”, jamás habían permitido una cláusula parecida respecto de sus propios -y por cierto que desastrosos- gobiernos.

También es de destacar el efecto ilusorio que promueve una consulta, al unir a todas las oposiciones entre sí. Todas juntas, derecha e izquierda, con idearios y posturas totalmente diferentes entre sí y a menudo por completo incompatibles, han quedado sumadas en el “no” a muchas de las preguntas de la reciente consulta ecuatoriana. Pero ello disimula la distancia enorme que sigue habiendo entre el peso de apoyatura popular al Gobierno, y el de cada una de esas diferenciadas y diaspóricas oposiciones. Porque para tener un proyecto de país, no basta con decir “no” a un gobierno; hay que sostener un coherente y viable modelo alternativo.

El caso argentino bien lo muestra: fue fácil unirse para atacar al Gobierno con el conflicto agropecuario de 2008, es difícil hoy -para las oposiciones- perfilarse a la hora de las elecciones. Allí, izquierdas y derechas no pueden ir juntas; y si deciden hacerlo, su incoherencia se hace manifiesta. Es que (y vale la pena subrayarlo) no cabe confundir consultas con elecciones.

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