Bernard Cassen, profesor emérito de la Universidad de París, visitó en los años 70 la Escuela de las Américas, cuando aún se encontraba en la zona del canal de Panamá, y tuvo oportunidad de entrevistar al capitán Chambers, en ausencia del entonces director coronel Bauer, de viaje en la Nicaragua de Somoza. Sus conclusiones las dejó consignadas en un artículo que tituló “Une école de tortionnaires dans les Amériques”, fechado septiembre de 1976, que acaba de publicar Le Monde Diplomatique 122, abril-mayo 2012, pp. 44-45.
Antes de tratar de su entrevista con el capitán, describe el enclave americano donde abundaban los letreros en inglés, iglesias protestantes de todas las denominaciones, agencias del Chase Manhattan y del First National City Bank, con espaciosas villas para los oficiales americanos encargados de la escuela.
Aquí algunas de sus conclusiones, además de caracterizar la escuela como de torturadores, título de su artículo, que Chambers negó rotundamente y le dio el catálogo de cursos, en el que se describe la misión de la escuela: “ofrecer cursos fundamentales de formación profesional que se concentran en las aptitudes críticas que generalmente están ausentes en América Latina”.
Para Cassen es un folleto publicitario de venta por correspondencia, que ofrece a los gobiernos-clientes hasta 37 cursos diferentes de variadas duraciones con la promesa de que “antes de que reciban el diploma ya habrán demostrado su aptitud de lograr los objetivos de la institución”.
En el plano pedagógico, la escuela tenía entonces tres departamentos: de operaciones técnicas, operaciones de combate y el de formación en la defensa interna, para combatir la guerrilla, inclusive para la contraguerrilla urbana, que habrían tenido que descontinuar porque la ley prohíbe formación policíaca en escuelas militares.
Queda claro que no se trata de formar a los alumnos en la defensa de las fronteras de su patria, sino en la lucha contra enemigos internos.
El capitán se ufanaba de haber tenido alumnos que ocupaban en ese momento posiciones importantes, como Torrijos, Somoza y Pinochet.
Chambers niega que la escuela dé una formación ideológica; “solo se les presenta la doctrina comunista y la democrática en el curso de Estado mayor”.
A la pregunta de Cassen sobre si consideran a Pinochet y a Somoza como malos alumnos, Chambers respondió que ellos no trataron de influenciarlos.
Para Cassen, “no hay duda de que la CIA, bebiendo en tan ricas fuentes, no vacilará en interesar a futuros oficiales en “desestabilizaciones”.
