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El Telégrafo
Carlos Silva Koppel

¿Y cómo la llevas?

06 de abril de 2020 - 00:00

¿Cómo la llevo? ¿la cuarentena? Puedo responder suponiendo que es algo duro para todos, que nos “angustiamos” por igual o nos llenamos de ansiedad por haber perdido ciertas libertades. Aunque a mí no me pregunten cómo la llevo, porque existen otros quienes la están pasando realmente mal.

Desde aquí se constituye una ecuación: la situación de unos no es la misma que la de otros, lo que produce una manera particular de sufrir de cada individuo o grupo familiar y por eso no se puede generalizar el miedo, la ansiedad o las angustias… tal como se pretende desde las guaridas de la psicología soft.

Es en esta particularidad que un segmento de la sociedad se encuentra con enojo, porque los días de restricción imposibilitan trabajar. Salpica al ojo la precariedad de la situación laboral y social del país, por un lado, y un modelo inservible para nuestro funcionamiento económico, por el otro.

Al aplicar esta medida eurocéntrica vemos también nuestra fractura como sociedad, cuando una minoría indolente comparte fotos del encierro felices en su casa con piscina. O los que no acataron la orden, demostraron que seguimos siendo una sociedad infante a la que le dijeron “no vayas por ahí que te puedes caer”; nos caímos y ahora le echamos la culpa al que nos lo advirtió.

En China o en sociedades marxistas, sabemos que las medidas estrictas de restricción funcionan, porque las libertades siempre estuvieron limitadas y porque allí los anhelos individuales no tienen valor.

Aquí, en el dilema del encierro, el miedo a la muerte también se cuela entre los intersticios de la endeble razón y para disiparlo, aparecen médicos rezando en vivo en televisión o el Prefecto del Guayas diciendo que “solo Dios nos va ayudar”. ¿Será esta la ignominiosa característica del populismo con posturas mediocres que mantiene al pueblo drogado y a la deriva, sumada a la incompetencia de profesionales y políticos?

Al menos nos queda una libertad: la de expresión. Pero con toda esta exacerbación emocional que nos hace desinformar y aterrar, sería mejor guardar silencio y buscar psicoanalista. (O) 

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