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El Telégrafo

Comandante compañero

13 de marzo de 2013 - 00:00

Te vas y te quedas, porque quien muere por la vida, vive para siempre. Nos dices: ¡Ni un paso atrás!, porque nos has devuelto la dignidad, como personas, como pueblo, como pobres, como pueblo de los pobres. “Muere Chávez, nace un mito”: eso es el mito, la dignidad sin frontera hasta dar la vida por esta dignidad recobrada.

La historia no ha terminado, más bien comienza. Comienza la historia escrita no por los vencedores sino por los vencidos, los desvalorizados, los ninguneados, los silenciados. Nos has devuelto la palabra, Comandante, porque nunca has dejado de ser compañero nuestro, hasta que te pusiste en primera fila para abrir camino a la voz de los sin voz, hasta que hablemos con voz propia, voz acallada durante siglos, voz silenciada hasta en las iglesias. Nuestra voz, sin copiar a nadie, sin repetir lo de ayer, voz nueva de palabras siempre nuevas, la voz del silencio, contra todo lo que destruye y desconoce la vida: vida de las personas, los pueblos y la naturaleza.

Chávez, amigo, nos has devuelto la fe en el Cristo de los pobres, secuestrado por los letrados y los poderosos, la fe de tu infancia, popular y libertaria, que ha madurado en el calor de las batallas por una Venezuela diferente, una América Latina Patria Grande de todas y todos, una humanidad que se alza desde las mayorías empobrecidas y condenadas a morir por hambre o por balas. Este Cristo de los pobres crucificado por los dueños del templo y los adoradores del ídolo dinero, lo invocaste como tu última esperanza. No te habrá defraudado. Nos lo legas como el tesoro que cimenta la decisión de continuar tu camino, tu obra, tu sueño, tu utopía, tu resurrección.

Comandante compañero, entras en la lista de los que se quedan para siempre como el Che, como Proaño, Romero, Martin Luther King, Bolívar, Rumiñahui… los santos de la devoción popular latinoamericana, porque nos enseñaste a soñar despiertos y juntos, sueños que comienzan a hacerse realidad.

Chávez pueblo, actualizas para nosotros la profecía de Isaías y la palabra del Salmista: “Le daré en herencia muchedumbres y lo contaré entre los grandes, porque se ha negado a sí mismo hasta la muerte… Tu descendencia conquistará las naciones y repoblará las ciudades desiertas. No temas…”. “¡Haré derivar hacia Jerusalén como un río la paz!”. Jerusalén es hoy el pueblo de los pobres, salvador de los ricos.

Chávez pueblo de los pobres cuya resistencia y muerte ofrendadas serán el rescate de todas y todos. “¡Chávez vive, la lucha sigue!”.

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