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El Telégrafo
Bernardo Sandoval

Funesto regreso

01 de septiembre de 2019 - 00:00

Rafael Correa expresó que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) no son un grupo terrorista. Decía que es un grupo “insurgente”, “subversivo” pero, en ningún caso, terrorista. Claro, es de entender que los eufemismos eran necesarios para proteger la imagen de quienes fueron fieles aliados y contribuyentes de su campaña electoral como lo prueba, fehacientemente, un video en el que el “Mono Jojoy” así lo afirma.

Las FARC asesinaron, chantajearon, secuestraron, pusieron bombas en oleoductos y líneas de transmisión eléctrica. Las FARC y sus rezagos causaron la muerte, a sangre fría, de  civiles ecuatorianos a quienes habían secuestrado. 

Atentaron en contra de un recinto militar en San Lorenzo y, previamente, asesinaron a militares ecuatorianos. Insurgentes, apenas, según Correa. Terroristas para todos quienes, con verdad, analizan los hechos.

El proceso de paz alentado por Juan Manuel Santos fue tedioso, controvertido y ha demostrado su fracaso. Obviamente los ciudadanos de bien tenían la esperanza de que, en efecto, a pesar de todas las concesiones a los terroristas, se establezca la paz definitiva. Decepción.

Iván Márquez, líder de las FARC, el 29 de agosto de 2019, anunció que retomarán la lucha armada y que extenderán su accionar directamente en contra de la oligarquía justificando su pronunciamiento en lo que él denomina “la traición del Estado”.

La violencia en Colombia, por siete décadas, mutó de una lucha guerrillera con errado tinte ideológico, a una forma de vida amparada en el narcotráfico. Simbiosis perfecta para cultivar la maldad. Era previsible que la paz no duraría. 

Los narcoguerrilleros no sabían otra cosa que secuestrar y matar al tiempo de mantenerse con el dinero de la droga. Los neopolíticos de las FARC fueron repudiados, literalmente apedreados cuando pretendieron participar en elecciones.

La lección es clara: no es posible negociar con terroristas. Ante la declaración de nueva guerra, habrá que pelearla hasta derrotarlos y encarcelarlos y con ellos, también a su patrocinador, Nicolás Maduro. (O)

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