Confieso no haber visto hasta el momento un solo capítulo de House of Cards. Algo que me atrevo a creer no ha traído mayores pérdidas a mi entretenimiento. En razón de lo que la mayoría de seguidores de esa serie opinan: el actual juego de poder en la política de nuestro país nos nutre de mejores episodios.
Para qué pagar por el serial, si con los ‘Capaya’, Glas, Correa, Odebrecht, el negociado del petróleo y deuda, con lo de los Alvarado, y ahora con el audio filtrado por el fiscal Carlos Baca, aparte de los recurrentes descubrimientos de saqueos, contamos con intrigas de primer nivel.
En un reciente capítulo los denominados morenistas frenaron la moción para que José Serrano o ‘Pepito’, como afectuosamente llama el prófugo Contralor al presidente de la Asamblea, responda al pleno por las filtraciones de un cuestionado y poco presentable fiscal. Episodio que enfrenta a insignes representantes de un pasado al que todos los que hoy están en el poder, incluidos Baca, Serrano y hasta un prófugo Carlos Pólit, dicen reprobar.
Aquí cabe una reflexión dirigida al presidente Moreno, partiendo de un juego, no de poder, sino de comparación.
Presidente, resulta confuso el respaldo de una bancada legislativa que se dice suya, que proteja de tal forma a una de las figuras más nefastas del correísmo -gobierno al que usted calificó como un conjunto de sinvergüenzas que le robaron a la patria- frente a revelaciones de acuerdos y relaciones que mancillan la máxima representación de la Asamblea Nacional. Esto es tal cual como si a Hitler lo hubiesen apartado del poder a mitad de la guerra y un nuevo gobierno, repudiando a viva voz el nazismo, poco hiciese para que los Goebbels terminen presos, o coloque en ministerios a los mismos Goering y con el voto de sus legisladores defienda a un Himmler.
Esperemos que en próximos episodios se manifieste claramente el rol de cada uno, el de los malos y los no tan malos, el de los deshonestos y honestos, para no quedar tan confundidos sin saber quién es quién. (O)
