Pregones, comparsas, juegos artificiales, degustaciones gastronómicas y hasta navegación sobre espuma: una gama colorida y bulliciosa se viste de Don Carnaval en el mundo. Íntimamente ligado con la Cuaresma, aparece tres días antes del Miércoles de Ceniza.

Pero,  ¿quién es Don Carnaval? Es una festividad pagana nacida hace 5.000 años en Sumeria y Egipto para rendir culto a sus divinidades, como Isis y el buey Apis.

En Grecia, se encarna en las bacanales (Baco, dios del vino), y en Roma, en Eros o Cupido, dios del amor. Roma también enlaza el Carnaval con la fecundación de la tierra en “Las Lupercales”  (Lupercus, dios de la fertilidad) y “Las Saturnales”, cuando en invierno, el Sol se hunde en la casi obscuridad mientras los campesinos oran por la resurrección de la primavera, mensajera de vida. Desde Roma, el Carnaval viajó por el mundo y los conquistadores lo embarcaron a América donde se fusionó con festividades autóctonas que aún celebran la fecundidad de la tierra.

Los carnavales más famosos, hoy, se domicilian en Brasil con su derroche artístico y sensual; en Venecia, con festejos más bien privados, pero de exorbitante riqueza y elegancia; el de Cádiz, variado y frenético; el Carnaval de Oruro, en Bolivia, autóctono y colorido; el “Mardi Gras” o martes anterior a la Cuaresma de Nueva Orleáns; y el de Santa Cruz de Tenerife.

En nuestro país hay una tendencia a estilizar el Carnaval con festejos artísticos y folclóricos.
Las principales facetas del Carnaval son:
1.-Su íntimo enlace con la Cuaresma para abrirle la  puerta inmediata. Por ello, la etimología del Carnaval nace del antiguo término latino “carnelevarium” igual a “quitar la carne” y así guardar abstinencia y ayuno cuaresmales. El “carnevale”, en cambio, permite la carne que en la Edad Media se sazonaba con banquetes, danzas y festejos anteriores al Miércoles de Ceniza.
2.- El Carnaval es una celebración popular y pública. Se autocalifica como Don Carnaval, pues representa a un solo personaje, que es el pueblo tomándose calles y plazas.
3.- A pesar de las diferencias más o menos aderezadas con el arte en proceso de catarsis o depuración a través de las edades, el denominador común del Carnaval es su permisividad y cierto desenfreno.

¿Desenfreno? ¿Por qué el hombre se desborda para disfrutar su tiempo limitado? Casualmente por su limitación. Buscamos ansiosamente, desesperadamente, la felicidad,  pero el placer pagano o efímero no resuelve nuestra indefensión, nuestro enigma, nuestra soledad, nuestra  muerte. Y en la angustiosa búsqueda, el hombre se encuentra con su verdad, el Miércoles de Ceniza: somos polvo y al polvo volveremos. Pero si abrazamos nuestra realidad, sí podemos encontrar la felicidad y su trascendencia en nuestra limitación: la alegría de ser amor como uno y todos en uno desde la pureza de nuestra humanidad.