Es ruin la forma en que se ataca a quien expresa públicamente su posición política. Es perversa la forma en que se insulta a un artista por el solo hecho de ser parte de un proceso político de cambio. Todos tenemos el derecho de optar por cualquier postura política y expresarla públicamente. Es absolutamente legítimo. De ahí que nada justifica la forma en que se pretende desacreditar y, lo que es peor, ensañar con quien desde siempre ha estado vinculado al arte, a la gente, a la izquierda.
Precisamente, la intención es desacreditarlo todo. Pero además este hecho revela lo agresiva y complicada campaña electoral que se nos viene. Será una campaña con una alta dosis de publicidad oscura (negativa y sin ética) plagada de desinformación y manipulación, con el solo objetivo de torcer a su favor la opinión de los ciudadanos.
Poco a poco, Ecuador ha ido cayendo en un foso de agresiones e insultos. Y eso agobia y enfada. Y al parecer ya no hay vuelta atrás. Por un lado, la confrontación para cambiar. Y por otro, palos y violencia. Así llegaremos a una batalla política sin tregua ni descanso. Y en esa batalla no será nada raro que se junten el agua y el aceite; ofensores y ofendidos; patronos y explotados; obreros y banqueros. Todo, con tal de ganar la elección y recuperar el gobierno para desmontarlo todo.
¿Qué le queda al Gobierno? Responder con eficiencia, transparencia y oportunidad. Dar señales claras de combate a la corrupción, a la ineficiencia, escuchar a la gente, generar nuevas -y efectivas- formas de comunicar y optimizar los recursos económicos y humanos.
Pero sobre todo, no cometer los mismos errores, una y otra vez, como producto de la falta de autocrítica y rectificación. Si no hay esta depuración político-ideológica es muy difícil sostener -con éxito- un movimiento político en el largo plazo.
Lo cierto es que, a pesar del desgaste natural de casi una década, la oposición sabe que no es suficiente para ganar una elección. Quizá por ello, apunte a ganar la Asamblea Nacional y desde ahí carcomer al movimiento y al Ejecutivo.
La oposición aglutinada en torno a la derecha más recalcitrante intentará replicar el modelo de Venezuela: fuertes confrontaciones -entiéndase violencia- en las calles; gran arremetida mediática en conjunción con los medios privados -la desinformación como arma argumental- y aprovechar -como sea- la crisis económica global y local.
Por ello, Alianza PAIS deberá estructurar un movimiento sólido, con capacidad de movilización y convocatoria, pero sobre todo con capacidad para llegar -de nuevo- al corazón de sus bases. Un movimiento con un renovado liderazgo regional y local que sea representativo y responda a los llamados y demandas de sus militantes y que sea capaz de escuchar a las voces de sus simpatizantes, sobre todo a aquellos que se sienten frustrados y/o decepcionados.
Es preciso contar con dirigentes que no manejen al movimiento como un ministerio; desde cómodas y ventiladas oficinas, sino que se mojen, que quemen suela y zapatos. Y que, sin sectarismos ni amiguismos, lideren un proceso de elección de candidatos inteligente, plural y absolutamente democrático. Candidatos que aglutinen y no dividan; que tiendan puentes y dialoguen. Y que, con carisma y honestidad, cuenten con un probado respaldo de sus conciudadanos. (O)
