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El Telégrafo

Cambios en el sistema de promoción en la educación general básica (1)

01 de octubre de 2011 - 00:00

Cientos de años de práctica de una ideología pedagógica colonizada y neocolonizadora en América Latina y el Caribe, en  sistemas de promoción escolar excluyentes, han conducido a que  acepten como natural  los estudiantes, profesores, padres de familia, autoridades educativas y la opinión pública, que quienes obtengan rendimientos insatisfactorios en alguna materia deben perder el año y  ser marginados. Hace falta urgentemente desmontar los mecanismos  de nuestra  mente  colonizada, que  han producido   una sociedad y  educación contra nosotros mismos, haciéndonos pensar en lo negativo en vez de lo positivo. Las prácticas educativas excluyentes y anacrónicas que prevalecen en América Latina y el Caribe, a excepción de Cuba, apenas son diferentes de las que nos separan de Esparta, la Inquisición, el nazismo y los llamados “países fallidos”. En una forma inconsciente, muchos educadores y padres imponen y aceptan “la pena de muerte del año escolar” en la educación básica, por rendimientos insuficientes en algunas materias.

La pedagogía de la deshumanización descansa en varios conceptos falsos:

Se cree equivocadamente que todas las materias son importantes para todas las personas y al no aprobarlas se los margina, terminando muchos en la delincuencia. Se olvida que la educación básica no es una especialidad, sino una formación general exploratoria para conocer y aprovechar las fortalezas y, que el conocimiento de las debilidades en unos aspectos, no debe ser  una prohibición para que no se siga aprendiendo donde se demuestran competencias.

Se considera que todos los alumnos deben rendir por lo menos regular en todas las materias, para tener una formación humanística integral; los que no lo logran, deben ser eliminados.  Sentimos orgullo por lo que saben los que terminan la primaria y no nos importan los muchos que se quedan en el camino.

Que cuando los padres, educadores y estudiantes han dado lo máximo de sí mismo, el estudiante debe salir adelante, negando con ello la existencia de los problemas específicos de aprendizaje, las disfunciones psicológicas y  los rendimientos insuficientes en las inteligencias múltiples. Se cree ilusamente que el estudiante es culpable por no aprender. Es un autoengaño de los adultos y de las autoridades educativas.

En nuestros países los sistemas  de promoción escolar han servido para que las mismas élites se perpetúen  en el poder.

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