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El Telégrafo

Cambio civilizatorio

11 de marzo de 2012 - 00:00

“Para nosotros el norte es el sur”, lema que refuerza nuestra identidad en Unasur, siempre que lo practiquemos sin el chauvinismo heredado que nos ha mantenido atentos solo al Norte. También cada país del Sur tiene sus propios grandes pensadores, un Bolívar Echavarría, un Agustín Cueva, en Ecuador. Y descuellan varias mujeres.

Destaco a una de ellas, que maneja conceptos de la mayor actualidad, la filósofa y educadora popular  argentina Isabel Rauber, integrante del Foro Mundial de Alternativas.
Me refiero a dos de sus propuestas:

1.- Su idea central es que, en la crisis del capitalismo, multidimensional y que define  civilizatoria, están dadas las condiciones para una transición que permita cambiar el sistema. Introduce un concepto clave para el análisis, el de la transición, sin el cual no se puede comprender a fondo lo que está ocurriendo ni la magnitud del reto principal que tiene la humanidad. Según ella, es la construcción de una nueva civilización a partir de la activa participación de las grandes masas populares, pero no como un simple cambio de sistema. Es algo mucho más ambicioso, un cambio sustancial de modo de vida. La continuidad de la lógica de producción y acumulación del capital amenaza a toda la humanidad, de ahí la necesidad de una nueva transición.

2.- El cambio civilizatorio implica una transformación de las lógicas profundas que vienen dominando la civilización actual. Rauber sostiene que lo que aprendimos del socialismo del siglo XX fue el planteamiento de una alternativa que supera al capitalismo, mal o bien logrado con sus revoluciones, pero que quedaron entrampadas en la lógica de la competencia económica del capitalismo.

Por eso ella  cree que “el problema no es superar el capitalismo, sino superar toda la civilización del capital”. Y fustiga la civilización deshumanizada en que vivimos, por su alienación, cada vez más objetos de consumo. “Vivimos menos para nosotros y mucho más para el mercado”. De ahí que se requiera construir un nuevo tipo de producción y reproducción, no solamente económica, sino también cultural, solidaria   con la naturaleza y con los seres humanos.

Su conclusión: “Toda la toma de conciencia que se está produciendo en cuanto al respeto por la naturaleza es parte de ese cambio, es una acumulación que de repente hace un estallido y la humanidad evoluciona.

En todo este proceso ocurren los gobiernos populares, las revoluciones democráticas, todo es parte del mismo”. Compruébelo en su reciente libro, “Siglo XXI: Tiempo de revoluciones desde abajo”.

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