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El Telégrafo
Ximena Ortiz Crespo

Cambia, todo cambia

02 de enero de 2021 - 00:00

El título de este artículo se debe a esa bella canción escrita por el músico chileno Julio Numhauser hace ya cuarenta años. Y lo he titulado así porque me he puesto a pensar en los mil y un cambios que se han dado en nuestras vidas desde entonces. En la mía propia esos cambios se convirtieron en capítulos con sus propias vivencias y adaptaciones, que en muchos casos conllevaron verdaderos shocks culturales. El primer trabajo, la primera actuación en el escenario, el primer viaje, el primer discurso público, la migración, el divorcio, el ser jefa, legisladora, docente... Todas esas experiencias significaron vuelcos, nuevos comienzos, tensiones, reinvenciones, saltos enormes. Pero, al mismo tiempo, descubrimientos y aventuras. Tengo ahora la sensación de haber vivido muchas vidas.

Maestras vidas. Me han enseñado mucho, ya sea porque yo misma he producido una nueva situación o porque el azar así lo quiso. Pero, a diferencia de lo que ha sucedido conmigo, los cambios a muchos les resultan incómodos: prefieren resistirse. Optar por lo establecido es más fácil que enfrentar lo desconocido. En ocasiones como las de esta pandemia, sin embargo, las personas se ven obligadas a modificar sustancialmente su realidad, y si no están dispuestas a ello, el costo emocional puede ser muy alto.

Con la pandemia hemos experimentado cómo las transformaciones pueden ocurrir de repente y trastocar la vida. Se han tenido que tomar decisiones de un momento a otro, por ejemplo, cuando los miembros de una misma familia se han visto forzados a vivir en sitios diferentes debido a la enfermedad. Hemos tenido que dejar de aferrarnos a la realidad que vivíamos antes. Comprender que las cosas son y serán diferentes. Eso nos permite seguir haciendo adaptaciones a medida de las circunstancias en lugar de resistirnos desde la negación.

Aceptar los cambios y fluir con ellos nos lleva inevitablemente a encontrar nuestra propia fortaleza. Nos permite aspirar a ser la roca que permanece en medio de la tormenta. Estamos en el tiempo de la impermanencia; remontemos la pandemia tomando en cuenta esa condición. Espero de todo corazón que lleguemos a buen puerto, sanos y salvos, eso mostrará que la crisis no logró afectarnos con sus virajes.

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