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El Telégrafo
Barbara Wesel

El Brexit es el peor daño posible

17 de enero de 2019 - 00:00

Theresa May perdió la votación del acuerdo de salida de la Unión Europea (UE). Tras esta derrota, la primera ministra británica debería abandonar el barco, pero May elude la dimisión: empezó a implementar el Brexit y terminará su trabajo, punto. Y sobrevivirá a la moción de confianza planteada por parte de la oposición. Porque sus propias filas se volverán a cerrar en torno a ella tan pronto como se trate de conservar a los conservadores. Para la política británica, la persistencia de May, al borde de la terquedad, es un desastre.

May se ha ganado esta derrota en el Parlamento. El hecho de que su gobierno, la Cámara y toda la política británica estén tan divididos por el Brexit se debe también a la incapacidad política de May. La jefa de gobierno ha tenido en cuenta solo a sus correligionarios conservadores: habló con los de la línea dura y trató de mantener unido al partido. Pero no ha tendido la mano a la oposición.

Su retórica hostil contra los funcionarios de la UE y contra Europa misma, solo ha profundizado la brecha entre las partes. Y no se ha acercado a sus colegas europeos. A Theresa May le falta altura como mujer de Estado. No negoció por el bien de los británicos. Como política, es demasiado mediocre, demasiado rígida y falta de imaginación para los tiempos difíciles por el Brexit.

A los británicos les gustaría otro líder, pero el jefe de la oposición, Jeremy Corbyn, ni siquiera es considerado adecuado entre sus propias filas. Y hasta ahora no se vislumbra a nadie para asumir el papel. Parece que el sentido común, la capacidad de compromiso y la visión del papel internacional se han desvanecido de la política británica.

La verdadera pesadilla es que la disputa sobre el Brexit está lejos de terminar. El Gobierno, dividido, ha fracasado. Y el Parlamento solo ha podido decidir en contra de las propuestas existentes, pero no a favor de una vía para salir de la crisis.

Pero ahí reside la oportunidad de encontrar una salida al laberinto del Brexit. Los diputados deben encontrar el camino a una mayoría que supere las divisiones partidistas. Podría ser un Brexit más suave, como la permanencia en el mercado común. O un segundo referéndum, si el liderazgo laborista rompe con sus ilusiones socialistas. El Brexit es, para el país, el peor daño posible. (O)

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