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El Telégrafo
Eric Nepomuceno

Destrozar ruinas de un país arruinado

23 de noviembre de 2018 - 00:00

Es habitual que se le conceda al nuevo mandatario un periodo como una especie de luna de miel, desde el momento en que se sienta en el sillón principal de la nación hasta que sus ideas, sus programas, sean implementados.

Digamos, unos cien días, generosamente concedidos por la clase política, el empresariado, el agro-negocio, el mercado financiero y, casi siempre, también por buena parte de los manipuladores de la opinión pública.

Jair Bolsonaro, el ultraderechista electo para el periodo 2019-2022 del país más poblado, parece decidido a liquidar con la luna de miel antes de la noche de nupcias. Faltando poco menos de mes y medio para que deposite sus huesos y músculos en el sillón presidencial, el capitán retirado ya dio variadísimas muestras de que ignora todo lo que significa gobernar.

Mientras, lució sobradas muestras de que le faltan condiciones intelectuales, políticas y de toda índole para ejercer el puesto que conquistó en una de las elecciones más complejas de la historia de la República brasileña.  

Hay muchas explicaciones para que una nulidad como Jair Bolsonaro haya llegado a la presidencia de mi país. Y muchas evidencias de que hay que temerlo. Las idas y vueltas incesantes en anuncios de medidas drásticas, los nombramientos que se confirman y luego se desmienten, todo eso puede servir de cortina de humo para el horror que se insinúa en el horizonte. La gran preocupación de la gente del dinero, del capital, es tan grande que ahora andan dudando de lo que hicieron.

Hace días, en un gesto para seducir a uno de sus ídolos, Donald Trump, Bolsonaro forzó la salida de los casi 9 mil médicos cubanos que actúan en Brasil, gracias al programa ‘Más Médicos’ creado por la destituida presidenta Dilma Rousseff. Bolsonaro quiso poner condiciones al gobierno cubano para que sus médicos permaneciesen en el país.

Resultado: la salida de los galenos dejará alrededor de 24 millones de brasileños sin asistencia médica. De los 5 mil municipios brasileños, unos 1.200 contaban solo con cubanos del ‘Más Médicos’. Casi todos en regiones de miseria, que médicos brasileños rechazan.

Vienen Bolsonaro, su sindicato de mediocridades, de corruptos rastreros, de sus dos ‘súper-ministros’, listos para cumplir la misión final: destrozar a las ruinas. Hay que resistir. Pero, ¿cómo? (O)

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