No importa si no logré consolidar una carrera, si estoy lleno de vicios o si soy una persona tóxica. Si me endeudo sabiendo que no podré pagar, si incumplo mis promesas o si me cruzo la luz roja. Soy mejor que tú porque mi color de piel es más claro, porque mi mamá tiene ojos verdes y porque era rubio de niño (tengo fotos para probarlo). Es más, mi apellido no es corriente como el tuyo.
La gente no suele compartir este tipo de reflexiones en voz alta, pero tampoco hace falta. La conducta discriminatoria es cotidiana y ese atajo gratuito para sentirse superior al de al lado es patrimonio de una idiosincrasia cuando la falta de educación se encuentra con la mentalidad doméstica.
Un afroestadounidense tiene 2,5 veces más posibilidades de ser asesinado por la policía que una persona blanca. Si eres migrante de color “café”, como se dice comúnmente, es más probable que te detengan en un operativo de control, que cuestionen tus credenciales o que seas víctima de brutalidad policial. ¿Existe esta estadística en Ecuador? No la encontré, pero está claro que en nuestro país de mayoría mestiza los indígenas y los afroecuatorianos están en franca desventaja.
No solamente que tienen menos acceso a educación de calidad, a equidad salarial u oportunidades de crecimiento y bienestar, sino que además se los invisibiliza. La urbanidad se cree caucásica: los prejuicios raciales crecen en las calles y son transversales en los barrios. Parados frente a la papeleta hay electores que votan con criterio hollywoodense.
Nos sorprende ver en televisión las protestas en Estados Unidos pero tres décadas después del gran levantamiento indígena en el Ecuador el sistema les sigue poniendo la rodilla en el cuello. La barbarie de octubre reveló, entre otras cosas, una dirigencia de la CONAIE arcaica, agresiva y desconectada de la realidad. Pero si Ecuador hubiera realmente sumado al indigenismo y a los pueblos afroecuatorianos a su agenda de desarrollo, hoy la CONAIE y los movimientos sociales quizás mirarían sin temor al siglo 21 y al primer mundo.
Ecuador nunca podrá despegar mientras siga sumido en sus complejos y viendo las cosas en blanco y negro. Confundiendo los colores con su daltonismo binario, y privándose de conocer los matices de un mundo cada vez más competitivo y complejo. (O)
