Argentina tiene un porcentaje altísimo de embarazo adolescente, 15%, estable desde hace décadas. Y dentro de ese porcentaje las niñas embarazadas menores de 15 años llegan a 3.000. Estas cifras han generado iniciativas diversas de políticas públicas en los ámbitos nacionales y provinciales sin que se haya podido reducir sustancialmente esta problemática.
Pensamos que sobran razones para alarmarse por estos datos: el embarazo adolescente, además de contener un riesgo físico y psíquico por la escasa madurez del cuerpo de la gestante, implica, en muchas situaciones, de llegar a término el parto, la interrupción del proyecto de vida de la joven, tanto en sus estudios como en su vida familiar y social.
Por otra parte, en la mayoría de casos de las chicas de temprana edad, los embarazos provienen de abuso sexual en el ámbito familiar o violaciones, delitos gravísimos que producen traumas profundos en las victimas, las cuales deben ser contenidas y escuchadas con especial atención.
Después del debate suscitado por la interrupción del embarazo de la niña violada en la provincia de Jujuy, surgieron conclusiones de elemental lógica legal: centrar la energía política y profesional en la prevención del abuso sexual en la infancia y de las violaciones en general, hacer cumplir claramente los procedimientos que rigen ya en nuestro país a partir del fallo FAL de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en función del art. 26 del Código Penal argentino y la Ley de Educación Sexual Integral.
Muy por el contrario, la desastrosa nota del diario La Nación (“Niñas madres con mayúsculas”) publicada el 1 de febrero, coloca el debate en el peor de los escenarios: la banalización del abuso sexual, y la exaltación del embarazo adolescente. Es parte de la vieja visión del patriarcado de considerar a las niñas como cuerpos al servicio de la reproducción, negando o ignorando el conjunto de sus derechos. Su capacidad para decidir, su proyecto de vida autónomo.
La nota señala claramente que no importa cómo se gestaron los embarazos adolescentes, parecen ignorar las situaciones de abuso sexual y violaciones en la infancia. (O)
* Tomado de Página 12
