Entro a las redes sociales, y encuentro el inefable rostro de Pedro Delgado dando informaciones, pero no solamente eso: también dictaminando y pontificando sobre la vida en general. Me pregunto… ¿cómo así? Luego me entero de que en una especie de jugarreta cuyos detalles resultan incomprensibles, y pasando por alto cualquier órgano regular que en el mundo haya sido, José Serrano, el presidente de la Asamblea, ha tomado un avión a Miami como quien toma un taxi en la esquina de la casa para ‘ir a traer’ a Carlos Pareja Yanuzzelli, que ha accedido a entregarse a la justicia. Pero la cosa no queda ahí. Pareja Yanuzzelli comienza a comunicarse con el pueblo a través de videos por Facebook y Twitter. Me niego a seguirlo, a escucharlo, a verlo. Sin embargo, en las redes sociales es más popular que Justin Bieber y su famosa versión de
‘Despacito’. ¿Qué dice? Advierte, dictamina, juzga, profetiza y amenaza. Me vuelvo a preguntar, ¿por qué se lo permiten? Es un reo de la justicia. Prófugo, además. Y me sigo preguntando: ¿qué le ofrecieron y a cambio de qué para que ahorita mismo esté aquí disfrutando de las ingentes comodidades de la Cárcel N° 4, creada especialmente para convictos con privilegios?
Luego veo que un personaje bastante siniestro comienza a aparecer también en redes sociales en una serie de videos que antes no estaban tan al alcance de la mano como ahora: es el inefable Abdalá Bucaram, mentando a la madre de media humanidad y haciéndonos ver que solamente él y un par de amigos cercanos son heterosexuales, de lo que se alcanza a entender en medio de su particular manera gutural y atropellada de pronunciar los sonidos. Cabe preguntarse: ¿Por qué en Ecuador los corruptos del tormentoso pasado se convierten de un rato a otro en estrellas de cine o maestros espirituales? ¿Por qué tanta atención, tanta escucha, tanta parafernalia mediática, si todos sabemos quiénes son, qué hicieron y por qué se los ha perseguido? ¿Cuál es la intención al colocarlos en la mira casi casi como a una aparición de la Virgen María, con toda su aura de celestial investidura? ¿Qué nos están tratando de decir? ¿Acaso que no importa cuán corrupto sea si es que se encuentra en lo que ahora se considera ‘el lado correcto’?
Con razón este pueblo ignora a sus verdaderos próceres, desconoce a sus artistas plásticos, no lee a sus escritores ni escucha a sus músicos. Cómo va a hacerlo, si todo el tiempo los medios y el clima político general le están enseñando que a quienes sí hay que hacerles caso es a los corruptos, mientras sean funcionales a alguna inconfesable a pesar de muy conocida intencionalidad del sistema vigente al uso, hoy por hoy. (O)
