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El Telégrafo
José Vales

Arde París...

13 de diciembre de 2019 - 00:00

No se trata hoy de liberar a la ciudad de los nazis, sino de ponerle freno a un neoliberalismo que viene acabando desde hace varias décadas con el “Estado de Bienestar”, tan caro al sentimiento francés como la baguette o La Marsellesa.

La primera batalla de estas que cada tanto libran los sindicatos y el resto de las fuerzas vivas francesas, tuvo lugar en 1995. A pocos meses de llegar al Elíseo, Jacques Chirac y su primer ministro, Alain Juppe, creyeron que la arrasadora victoria electoral les alcanzaba para impulsar una reforma de la seguridad social. Sin embargo, se encontraron con París tomada por las manifestaciones y la parálisis del transporte, durante varias semanas.

En términos electorales, los galos funcionan de forma similar ante cada elección. Al menos desde 1988, cuando Francois Mitterrand logró la reelección. El filofascista Frente Nacional de la familia Le Pen funciona como el diablo en las urnas al que todos temen. Hasta la obtención de un Mundial de fútbol vino bien para parar su llegada al poder, como ocurrió en 1998, con un equipo lleno de hijos de inmigrantes, que representan el blanco predilecto de la extrema derecha.

Fue por el miedo a la ultraderecha y a su nueva líder Marine Le Pen, que Emmanuel Macron vio su camino allanado al poder. Pero sus políticas económicas, la necesidad de ajustar el presupuesto, primero con nuevos impuestos y ahora con un intento para reformar el sistema de pensiones le dieron vida primero a los Chalecos Amarillos (Gillettes Jeunes) y a las huelgas, que paralizan la “Ciudad Luz” y otras grandes ciudades.

El problema de Macron se comienza a parecer al de un exultante Boris Johnson y su cercano Dilyn en Gran Bretaña. Necesitan con urgencia reordenar la economía. Uno para sacarse a la Unión Europea (UE) de encima, el otro para evitar los efectos negativos de esa movida, con el agravante de que es la primera prueba piloto para la comunidad, que Berlín sigue con atención.  

Por lo pronto, París arde en una historia sin nazis y muy distinta a la que escribieran en los sesenta Larry Collins y Dominique Lapierre. Esta, la protagonizan los franceses y, por ahora, no tiene quien la escriba o quien se anime a firmarla. (O)

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