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El Telégrafo
José Vales

¿Apocalipsis Now?

13 de marzo de 2020 - 00:00

Y de repente todo cambió. Con los primeros catarros en mandarín, el mundo se refugió en una cuarentena de ideas que genera pánico generalizado, enfriamiento forzado de la economía y ayudó a algunos esbirros del poder, a los que el virus le viene de perlas, a esconder su impericia en algunos casos, y su ignorancia, en otros.

Pero cada crisis genera oportunidades y esta, global como pocas, no será la excepción. Llegó el momento de tomarle el pulso al capitalismo, para ver cuán enfermo está en su conjunto. Observar cómo reaccionarán las grandes empresas a este freno abrupto. Y cuántas pymes en el mundo podrán sobrevivir al congelamiento de contratos y actividades de sus empleados que no pueden acudir a sus tareas habituales. Pero, por sobre todo, contemplar cómo reaccionarán esas clases medias, que por culpa de la pandemia no podrán viajar a Miami y a París, para renovar sus credenciales de pertenencia social.

Nadie se quiso quedar afuera del coronavirus. Ni siquiera los máximos líderes globales. Ni Vladimir Putin, al que el covid-19 le incrementó su dosis de fe al impulsar un nuevo mandato a través del Parlamento, modelando así a un zar poscomunista; ni Donald Trump, quien acaba de poner un muro con Europa porque entiende que estos no son tiempos de Plan Marshall, ni mucho menos.

En las calles del mundo todo parece ideado por un plantel de guionistas de Hollywood. Italia desierta y en España, largas filas de hombres y mujeres que a diario dejan los escaparates de los grandes hipermercados, igual que las góndolas de las tiendas estatales de racionamiento en Cuba durante el período especial. Los alimentos desaparecen, a la par del papel higiénico y el alcohol en gel y los barbijos se cotizan a precio de oro en el mercado negro. Como si la memoria histórica, por aquello del estraperlo de la posguerra, se reactivara de un día para otro. No en vano las dos Españas conviven como pueden, desde siempre.

Y en tren de oportunidades, hay que mirar de cerca allá en el Fin del Mundo. En Argentina, donde las medidas urgentes para que el virus no compita en calidad y efectividad con los que ya padece el país, podría ser una oportunidad imperdible para cantar una vez más el default de su deuda y cumplir así ese gran anhelo de integrarse al mundo… en tiempos de Apocalipsis. (O)

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