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El Telégrafo
*Fernando Falconí Calles

Aniversario número 11

11 de noviembre de 2016 - 00:00

Hay aniversarios que merecen ser recordados por su trascendencia histórica. Son acontecimientos que no deben extraviarse en algún rincón oscuro de la historia no contada o no recordada, en forma deliberada, por los medios ‘libres e independientes’. El 5 de noviembre de 2005, en Mar del Plata, se dijo no al intento de Estados Unidos de crear en nuestra región un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que fuera funcional a sus intereses hegemónicos.

La iniciativa fue de Bush padre y luego continuó con Bill Clinton. La primera reunión se realizó en 1994 en Miami. Cuba -que no había sido invitada- fue la única que protestó a través de su Cancillería. En Santiago de Chile, la cumbre se realizó en 1998. Nadie protestó. En 2001, en Quebec, Hugo Chávez alzó su voz exponiendo su total desacuerdo con este organismo. En aquella reunión, el representante de Argentina propuso que su país sea la sede para la firma del ALCA.

En 2003 se empezó a debatir sobre la necesidad de cambiar el rumbo del ALCA y refundar el Mercosur, que era un modelo de integración basado en nuestras propias capacidades, en nuestras propias fuerzas. Hay que agregar que este modelo de integración contemplaba el respeto y no la imposición. Se empieza a manejar el concepto del comercio complementario, que se oponía a las utilidades per se e introducía un compromiso ético.

En noviembre de 2005 todo estaba listo para que Estados Unidos cumpliera, una vez más, con su objetivo de consolidar una región de consumidores a quienes impondría la lógica del intercambio desigual. EE.UU. continuaría con medidas proteccionistas, en tanto América del Sur no lo haría. Claro. Mercado asegurado. Con ello, se afianzaría el control del Pentágono y continuaría la subordinación económica y política de la América mestiza. Brasil y Argentina toman la decisión de cambiar el eje del debate mercantilista; Lula da Silva y Néstor Kirchner entendieron que la integración productiva requería de una alianza estratégica que sirviera a la América mestiza en su conjunto.

Estas conversaciones previas a las reuniones de Mar del Plata de 2005 entre Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, junto con Venezuela, fueron muy importantes porque constituyeron un punto de inflexión en las relaciones comerciales con EE.UU. También fue la semilla que daría lugar al nacimiento de la Unasur y la Celac.

Esta fecha es importante porque permitió crear la institucionalidad para dar paso al proceso de la unidad regional. En Mar del Plata se parió la Unasur, la Celac; fue un parto múltiple que fortaleció la integración en beneficio de todos los habitantes de la región. Este grupo de países se alinea con el multilateralismo, la preservación y defensa de la soberanía nacional; el bienestar de los pueblos, la reducción de las asimetrías y la vigencia de la democracia; promueve la ciudadanía sudamericana, y reconoce la diversidad étnica y cultural.

En aquella coyuntura histórica se dio un paso gigantesco en la línea que trazaron nuestros libertadores. Por ello, vale la pena recordar los hechos que hace once años dieron lugar a que la organización económica que pretendía recolonizarnos se vaya ‘alcarajo’. (O)

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