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El Telégrafo
José Javier Villamarín

Los “All Backs” y una añadidura

22 de julio de 2020 - 00:00

En Nueva Zelanda, el deporte nacional es el rugby y los “All Blacks” son sus representantes directos. La popularidad de este equipo traspasó fronteras no solo por sus campeonatos mundiales y por el potente y veloz juego de Jonah Lomu, sino también por su “haka” y por la final que disputaron en 1995 con Sudáfrica, el suceso deportivo con más impacto en la política de una nación.

Pero el orgullo neozelandés pasa también por una añadidura que, por cierto, es más importante que el deporte: su transparencia. Según el Índice de Percepción de la Corrupción de 2019, Nueva Zelanda es el país menos corrupto del mundo. ¿Cómo lo hace?

Simple: el soborno activo o pasivo en el sector público y privado está prohibido por el “Código de Conducta de la Comisión de Servicios del Estado” y sancionado por la “Ley de Comisiones Secretas” y la “Ley de Delitos”. Esta norma aplica para jueces, parlamentarios, ministros, funcionarios públicos y hasta diplomáticos. Las penas de prisión varían entre siete y catorce años.

Naturalmente, esta es una parte de la solución neozelandesa, y no debe llevarnos por los sinuosos senderos del mesianismo moral, que en lugar de fortalecer, debilita la democracia. Ciertamente, es un error suponer que el desarrollo genera por sí solo una moral pública; todo lo contrario, si países como el señalado son prósperos es porque primero construyeron su propio “ethos” y sobre él, su progreso.

En nuestro país la sociedad civil y su legítimo propósito de incidencia en lo público apuntan en esa dirección. Sin dejarnos seducir por la pureza de intenciones, la historia ha demostrado que el desarrollo proviene de una cualidad que describió Jeremías Bentham en su “Deontología”. Decía que la virtud “es la preferencia dada a un bien mayor comparado con otro menor”, pero esta se cultiva cuando el bien menor –el deseo de pasarse una luz roja, por ejemplo- se agrande por su cercanía y el mayor se reduzca por la distancia. En otras palabras, si los contribuyentes pagamos nuestros impuestos y los funcionarios públicos no se prestan para el soborno, ganamos todos, se amplía el bien mayor, esa añadidura es por la que debemos trabajar. (O)

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