Especialmente para quienes elegimos especializarnos en el área económica: recordamos cuando tuvimos un acercamiento con la noción del crédito externo (sus implicaciones y usos), y que, a la luz de un lenguaje amigable, no es más que el endeudamiento contraído entre países a liquidar en un lapso de tiempo determinado.
Ahora bien, empecé con las líneas inmediatas anteriores en virtud de la visita oficial que recientemente realizó el primer mandatario ecuatoriano a la República Popular de China. En la misma, el presidente Lenín Moreno cosechó varios frutos con cierto nivel de impacto para nuestro país, como por ejemplo la concesión, por parte del Banco de Desarrollo de China, de un crédito por 900 millones USD, al 6,5%, a seis años plazo (y dos años de gracia), sin compromiso petrolero.
Con tales antecedentes, ¿Dónde debe estar la atención? ¿En el endeudamiento? La respuesta –a ambas interrogantes– estimo viene dada por las siguientes consideraciones: por un lado, el ministro de economía y finanzas refirió que la invocada operación crediticia “está 3,42 puntos porcentuales por debajo de las condiciones actuales del mercado”; por otro lado, días atrás el presidente de la Cámara de Comercio Ecuatoriano-China compartió en la UCSG su lectura sobre las oportunidades comerciales que Ecuador tendría si se centra en el mercado chino, a partir de un enfoque pro sector privado: incremento fuerte en exportaciones no petroleras ergo crecimiento económico nacional.
Consecuentemente y aunque podríamos evaluar pros/contras del endeudamiento, la atención debe estar –y siempre debió estar– en las alianzas estratégicas. Me congratulo con la decisión gubernamental de abrir, con inteligencia, nuestra economía al globo terráqueo, como se lo hace con China; es plausible la firma de acuerdos bilaterales de inversión. Imaginemos si se logra que China sea nuestro aliado estratégico (cliente) con énfasis en el comercio: ¡Adiós deuda: se paga sola! (O)
