Una respuesta rápida sería: depende, de acuerdo con las características del contexto político, económico y social. Sin embargo, contestar esta inquietud requiere de un análisis más profundo. Para iniciar, se debe considerar que, hace 80 años, los estudios críticos de comunicación ya empezaban a cuestionar la hegemonía que tenían los medios en la representación de la realidad. Es más, desde Latinoamérica también se debatió la forma en que las industrias culturales construían sus agendas (qué se discutían, cómo se lo hacía y cuáles temas se preferían ignorar) en función de la ideología y los intereses de ciertos grupos dominantes.
¿Los hallazgos? Estructuras mediáticas que, en ocasiones, decidían excluir a la otredad (mujeres, indígenas, afros, comunidades LGBTI+) y limitan una participación efectiva de las ciudadanías. Un escenario que, si se analiza detenidamente, no suena muy democrático. De ahí que varios movimientos hayan exigido a los medios de comunicación, la inclusión de nuevas voces y perspectivas.
En síntesis, lo que se discutía era que la libertad de expresión no debía limitarse a los grandes medios; y que estos, justamente, debían fomentar flujos de comunicación interactivos con la ciudadanía. Debate necesario si se piensa el rol de los medios -públicos, sobre todo- y su responsabilidad con la creación de un verdadero debate público.
Las personas forman sus criterios a partir de las percepciones; el problema es que, como no podemos estar siempre presentes en el lugar de los hechos, dicho criterio se forma por lo que dicen los medios de comunicación. Algo obvio pero que no siempre se analiza en su dimensión: los medios tienen el poder para definir lo que es real. En consecuencia, la verdad requiere (en teoría, al menos) la confrontación de diferentes puntos de vista.
Respondiendo a la pregunta: la libertad de expresión es la base de una sociedad democrática y participativa. Sin embargo, circunscribir este derecho a unos pocos medios (por más objetivos o independientes que éstos digan que sean), genera tensiones y desincentiva los consensos. Por ello, ese "depende" en la respuesta inicial hace referencia a la pluralidad y el compromiso de no imponer puntos de vista. Solo de esta manera se podrá llegar a una sociedad más abierta alejada de burbujas, polarizaciones y disputas.
